Ignacio Serna Gallardo
Title
Ignacio Serna Gallardo
Description
Biographical Synopsis of Interviewee: Ignacio Serna Gallardo was born on July 31, 1928, in La Higuera, in the municipality of Huanusco, Zacatecas, México; his father’s name was Gumaro Serna, and his mother’s name was Adelaida Gallardo; both worked in agriculture; Ignacio had three older brothers; he received very little formal education; at a young age, he began caring for the animals and working the land; by the time he was twelve years old, he took on the hard labor of working with the yoke; he later came to the United States illegally, and while there he became a bracero; during the late forties, he labored in the fields of Arizona and Texas cleaning, pruning, picking, and packing cantaloupe, cotton, and lettuce.
Summary of Interview: Mr. Serna recalls the small town he grew up in and how it changed over the years; he also talks about his life on the ranch; his uncles and cousins who worked as braceros told him it was easy money; during the late forties, he came to the United States illegally, and while he was in Harlingen, Texas, he was able to obtain a bracero contract; he chronicles the process he went through, including the necessary documentation and medical examinations; furthermore, he was stripped and deloused in public, which he describes as something embarrassing that took away his dignity; although he felt bad at first, he endured the same procedures so many times that he began to see humor in them; he also went through contracting centers throughout México; sometimes, he had to pay between three and five hundred pesos in order to get a contract; as a bracero, he labored in the fields of Arizona and Texas cleaning, pruning, picking, and packing cantaloupe, cotton, and lettuce; in addition, he goes on to detail the various worksites, living accommodations, daily routines, work conditions, treatment, relationships, provisions, payments, and remittances; he also mentions that while fulfilling one contract he had to sleep on the bare floor without any blankets; although he suffered as a bracero, his overall memories of the program are positive.
Summary of Interview: Mr. Serna recalls the small town he grew up in and how it changed over the years; he also talks about his life on the ranch; his uncles and cousins who worked as braceros told him it was easy money; during the late forties, he came to the United States illegally, and while he was in Harlingen, Texas, he was able to obtain a bracero contract; he chronicles the process he went through, including the necessary documentation and medical examinations; furthermore, he was stripped and deloused in public, which he describes as something embarrassing that took away his dignity; although he felt bad at first, he endured the same procedures so many times that he began to see humor in them; he also went through contracting centers throughout México; sometimes, he had to pay between three and five hundred pesos in order to get a contract; as a bracero, he labored in the fields of Arizona and Texas cleaning, pruning, picking, and packing cantaloupe, cotton, and lettuce; in addition, he goes on to detail the various worksites, living accommodations, daily routines, work conditions, treatment, relationships, provisions, payments, and remittances; he also mentions that while fulfilling one contract he had to sleep on the bare floor without any blankets; although he suffered as a bracero, his overall memories of the program are positive.
Creator
Acosta, Anais
Serna Gallardo, Ignacio
Date
2006-05-26
Subject
bracero
Rights
Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso
Language
spa
title (Spanish)
Ignacio Serna Gallardo
Rights Holder
Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso
Online Submission
No
Original Format
Mini disc
Duration
47:00
Bit Rate/Frequency
24 bit
96 k
96 k
Transcription
Nombre del entrevistado: Ignacio Serna Gallardo
Fecha de la entrevista: 26 de mayo de 2006
Nombre del entrevistador: Anaís Acosta
El día de hoy es mayo 26 del 2006. Estamos en San Bernardino, California con el señor Ignacio Serna. Esta entrevista pertenece al proyecto de Historia Oral de braceros.
AA: Señor Serna, díganos, ¿dónde y cuándo nació usted?
IS: Nací el 1928, el 7, el, a 7… El 31 de julio; siete, siete mes es, ¿verdad?
AA: Sí.
IS: Sí.
AA: Dígame, ¿dónde nació?
IS: En La Higuera, Huanusco, Zacatecas.
AA: ¿Huanusco?
IS: Huanusco es el municipio.
AA: Dígame, ¿cómo era Huanusco cuando usted nació?
IS: Pues, es un pueblito chico, digo, cuando yo lo conocí, porque yo había nacido en, un rancho, como le digo. Pos un ranchito así, digamos, el pueblito. Ya ahorita ya, ya está diferente.
AA: Dígame, ¿cómo se llamaban sus papás?
IS: Gumaro Serna y Adelaida Gallardo.
AA: ¿Qué hacían? ¿A qué se dedicaban?
IS: A la agricultura.
AA: ¿Qué tipo de agricultura?
IS: Pos sembrar maíz, frijol, pos era, eran unos tiempos, pos duros y al mismo tiempo se levantaban más cosechas que ahorita que hay más facilidades, fíjese. Orita hay maquinaria, pero yo lo digo por experiencia, que yo todavía hace poco tiempo dejé de sembrar y levantaba yo buenas cosechas. Ora que me vine para acá vo… Digo, no, no he ido ya. No he ido por allá, pero tengo unos hermanos allá y me comunico con ellos pues que no, que no levantaron cosecha, porque… Digo, pos, si no mueven la tierra, cómo, ¿cómo queren levantar cosecha? Yo así soy, digo, soy claridoso, con mis hermanos, digo, pos los… Y: “Pos ya no queremos trabajar, oiga”. Por eso no, no se levanta las cosechas.
AA: Dígame, ¿había escuela ahí en La Higuera?
IS: Pues mire, cuando yo, yo escuela tuve muy poca por, porque sí empezó, empezó la… No, por, escuela, una escuelita por allí de momento pagaban mis papás por mis demás hermanos. Por allí una señorita o lo que hubiera por ahí, quesque, casi no, no había escuela. Ya poco después, ya cuando yo fui a la escuela, sí, ya escuela de Gobierno. Pero luego mi papá, yo no sé cual sería, yo quedé, quedé huérfano de la edad de siete años. O sea, andaba en los ocho años. Y me mandaba a otro ranchito a estar pagando allá. Es cuando de la escuela de Gobierno estaba allí en el rancho. Yo no sé cuál sería la idea. Estuve poquito tiempo allá y el poquito tiempo que, que aproveché jue cuando regresé de vuelta allí al rancho y estaba un, de la escuela de Gobierno. Fue cuando aprendí un poco. No crea que sé, mal pongo mi nombre, pero sí.
AA: ¿Hasta qué año llegó?
IS: ¡No, no, no, pues llegué como a tercer año, cuarto año.
AA: Pos sí estuvo bastante, ¿no?
IS: Pues sí, pero así a… No estaba lejos, pero nos divertíamos jugando y llegábamos tarde a la escuela, ¿eh? Porque íbamos casi a dos kilómetros y pasadito. Y era puro pérdida de tiempo. Pero aún así, de todos modos, digo pues, qué bueno, que siquiera, digo, me enseñé a poner mi nombre, mal, pero sí, sí me hago entender poquito.
AA: Dígame, ¿qué hacía cuando no estaba en la escuela de niño?
IS: Cuando no estaba en la escuela, pues ya, yo le, le trabajé mucho. Sí, este, a mi alcance había animalitos por allí en la casa, había… Y me gustó mucho ese, el trabajo del campo. Y me aplicaba yo a: “Pos haz esto y haz lo otro”. Pero, pero yo no, no. Para mí no hubo, no hubo peros que no, no lo hago, pues no, lo hacía de todo corazón, porque me gustó la…
AA: ¿Cuántos años tenía cuando empezó a trabajar?
IS: Mire, en… Como le digo, sembrábamos, yo tenía tres hermanos mayores que yo y mi papá. Cuando ya empecé a, este, a sembrar, sembrábamos a mano en la, la semilla que sembrábamos. A los once años ya de traer un, tener un peón que lo, lo… Pos lo tenían de trabajador allí para que agarrara la yunta, se enfermó un, uno de esos días cuando íbamos a sembrar apenas una yunta, andaba un hermano y el señor ése y yo era el sembrador. Y le pegaban ataques y un día le pegaron los ataques y se perdió por muchos días, se pasaba… Pues no, no podía trabajar. Entonces, pues hubo la necesidad de agarrar yo la yunta ya. Y de allí de la edad de doce años, de ahí pa adelante ya me ponían a mí a, con una yunta a trabajar y trabajitos así como le digo, de distintos trabajitos, distintos.
AA: ¿Cuánto le pagaban a esa edad?
IS: No, no, pos era para la casa todo, no, no me pagaban y era en bien del, para la casa todo.
AA: Dígame, ¿cuándo se entera usted del Programa Bracero?
IS: Del Programa Bracero, pues ya estaba yo, me tocó el 1942, pues ya tenía, ¿qué? Del [19]28, pues ya, ya tenía por ahí como unos, ¿qué? Dieci[séis], quince años.
AA: Como unos veintidós.
IS: Vein… Sí, veintidós años. Ya oía yo que los primeros braceros que vinieron, vinieron unos tíos, vinieron unos primos así ya, ya de… Digo, ya podían venir.
AA: ¿Qué le contaban?
IS: No, pues cuando fueron, pos que habían venido a Estados Unidos. Se oía decir de Estados Unidos porque yo tenía una tía hermana de mi abuelita que estaba por aquí desde mucho tiempo e iba a visitarnos. Entonces pos yo, yo… No, no…
AA: Pero, sus tíos que ya habían venido, ¿qué le contaban a usted?
IS: No, pos contaban que aquí se ganaba el dinero casi como decir fácil, ¿verdad? Y ya, y tiene uno la ilusión, dice: “Bueno, pues si allá está fácil, aquí a qué hago el trabajito”. Ahí, digo, pos diferente, pero es más duro el trabajo allá. Ciertos trabajos son más duros allá. Entonces poco más después que vi en el 1940 y… [19]47, se vienen dos hermanos para venirse para acá pa Texas y yo allá estaba como con ganas de venir y en una de esas veces me dijeron que si, que me quería venir. Y me vine ahí al Valle de Texas.
AA: Y, ¿dónde se contrató usted?
IS: Esto fue el… En el [19]47. Entonces salí el [19]47, ya me fui de vuelta para México y vine el [19]49 y andando ahí, ahí en el Valle de Texas, había contrataciones en Harlingen.
AA: Pero, ¿en México?
IS: No, aquí. De estar aquí me contraté, fíjese. Estaba trabajando con un gabacho en esos días.
AA: Entonces, ¿se vino de ilegal la primera vez?
IS: Sí, sí. Yo de ilegal anduve varias, bastante tiempo, bastante tiempo. Pero allá fue las primeras vueltas, por allá y no salí de allá. Yo quero decir que siempre como que me llamaba la atención de estar por acá. De estar, de estar de con un señor, un gabacho, un amigo me dice: “En Harlingen hay, hay contratación, vamos a contratarnos”. Tábamos ahí cercas y dijo: “Te vas a quedar aquí en lo que yo voy a traer un veliz a Uvalde”, se llama. No, no, no. Sí, Uvalde se llamaba el pueblito onde tenía el veliz. “No vayas a salir a trabajar”, y el señor, el americano me decía: “No le hagas caso a Lawrence”. Se llamaba Lorenzo el muchacho. Y: “Él está loco”. Le dije: “Yo soy pobre y yo estoy con los pobres. Si te vas a contratar”, dice, “y vas, eso es puro negocio. Los ricos”, dice, “no les van a pagar”. Y sí, pues sí es cierto que a veces abusan de uno, digamos, pues le pagan lo que ellos quieren, porque pos no tiene uno defensa pa defenderse, ¿verdad?
AA: Pero eso es cuando anda sin papeles, ¿no?
IS: Sí. Y digo, pos yo andaba sin papeles. Entonces duró tres días este muchacho por allá trayendo su veliz y yo allí estaba en la casa, no salía a trabajar, porque me dijo: “No vayas a salir a trabajar”. Porque él, él iba a llegar en un momento y no me hallaba y él se iba al mentado lugar onde, onde estaban las contrataciones. Y sí, sí nos contratamos. Yo, yo ya traía, había hecho mi servicio pa que me dieran mi cartilla. Pero, este, no la traía, traía un comprobante, un papel que me dio el mismo sargento onde nos dieron servicio y yo era, era lo que me… Pues, lo que me afectaba, porque no traía la cartilla.
AA: ¿Qué les pedían?
IS: La cartilla, la cartilla militar era el primer paso. Y no, sí pasamos, pasamos adentro a todas las piezas, pero no alcanzamos a firmar el papel, el contrato. Por ahí como a las cuatro de la tarde salimos, porque era bastante gente y no alcanzamos y nos pusieron todos en fila, todos en fila y entonces, llega, llega, llega La Migración, dos emigrantes. Como estábamos, estábamos así en fila, iban así. Y luego al que le caía seguro bien o mal, o como quiera que haiga sido: “Da un paso pal frente”, y se lo pasaba al otro: “Llévatelo”. Y no, a mí no, no me tocó, pero así fue la cosa. Y ya entonces, sí ya digo, otro día allí dormimos. Otro día, ya pusimos allí la firma el nombre y ya nos dieron los papeles que necesitábamos del contrato.
AA: Ahí en ese contrato, ¿le decían a dónde se iba ir a trabajar y cuánto iba a ganar?
IS: Pero, orita de momento no me acuerdo, oiga, lo que… No, nos pagan muy barato. Ah, era contrato. Nos trajeron, sí, sí nos dijieron que íbamos a piscar algodón.
AA: Ahí donde les hacían el contrato, ¿les hicieron algún tipo de examen médico?
IS: ¡Oh, no! Sí. ¡Uh! Ahí lo, lo desnu… Digo, no nos desnudaban, nosotros nos quitábamos la ropa. Sí, ahí era como Dios lo echó al mundo, pero…
AA: ¿Qué les revisaban?
IS: Pues mire, allí nos hacían, nos echaban un polvo quesque pa los piojos y quién sabe qué tanto, era un lío, pero allí aparentemente, no fue tan… Por ser la primera vez, no estuvo muy el… como cuando veníamos de México, como ya estábamos de tiempecito allí. Digo, esa vez no me hicieron tanto o no nos hacían el, la inspección tan fuerte como cuando veníamos, que nos contratábamos en México. Llegando allí a la parte onde fuera de la frontera, allí nos desnudábamos y nos echaban polvo en la cabeza, todo el cuerpo o bueno, sí, un polvo fuerte que les decían que era, que traíamos piojos y bendito sea Dios que yo no, no nunca, hasta la fecha no, nunca los he, este, sufrido.
AA: ¿Qué sentía usted cuando les ponían ese polvo?
IS: Pues se siente a disgusto, porque oiga, no tiene uno, tiene uno dignidad de que… pos, ¿cómo? ¿Cómo voy? Ora, en, era al público allí, porque éramos así los que entrábamos.
AA: ¿Muchos?
IS: Sí, bastantes, bastantes; por cientos de bracereada, de personas que venía, veníamos y íbamos pasando todos aquella cosa, ¿eh? Ora, no importaba, no importaba que las secretarias aquí y uno pasar, pasarles aquí en… Y como Dios lo echa al mundo. No tiene uno vergüenza, pero sí da vergüenza, oiga, cómo no.
AA: ¿Se sintió usted mal?
IS: Pues yo creo que de momento nos sentíamos mal, pero yo creo que no tanto, porque digo, yo me refiero a mí, a mi persona, porque yo vine varias veces. Quiere decir que pos ya, ya después ya se me hizo de humor la cosa. No venía yo… Sí, porque sí vine bastantes veces. Duraba poquito. Venía, era por mes y medio y así, y a veces dos meses, tres meses, hasta seis meses.
AA: ¿Dónde se llegó a contratar usted en México?
IS: En México, mire, me contraté en Monterrey, me contraté en… Bueno, en Irapuato no, no la pude hacer porque no, mi cartilla no estaba en orden, no estaba, no tenía una visa que… Y no, no pude entrar, pero sí fui. Me contraté en Monterrey. Pero, la primera vez como le digo, fue en Texas. En Monterrey fueron varias veces y me contraté en, este, en Empalme, Sonora.
AA: Cuénteme del centro de contratación en Monterrey, ¿cómo era?
IS: En Aguascalientes también me contraté. Perdone, digo, la pregunta que le haga.
AA: Cuénteme del centro de contratación de Monterrey, ¿cómo era?
IS: ¿El centro? ¡Oh! Era, era un lugar muy famoso, muy grande el lugar ese. Llegaba uno allí, ya venía uno enlistado de los municipios. Era ahí del modo que entraba usted más fácil. Traía usted una, la carta que, onde venía toda la lista. Llegaba yo, me, por ejemplo, en una vez me la dio a mí el secretario de allí del, de un pueblo que no, no pertenezco, toy de vecino. Yo soy del estado de Zacatecas y está un pueblito que se llama Calvillo, pero tenía mucha amistad con ese secretario, demás de amistad que tenía, digo yo, para mí fue un hombre fino, que no, no. Me decía: “¿Te quieres ir? Orita ya hay chanza, te alisto”. Y en una vez, me dice: “Tú te vas a llevar la lista, pero van a ir tres representando todo, todo el grupo”. Y del pueblito ese hasta Aguascalientes, fue y nos echó al tren pa venirnos a Monterrey. Dijo: “Ahora sí”. Y digo, me, me tenía en cuenta siempre que había, por eso, por eso seguro se me facilitaba, no me cobraba, porque a veces así allá, pos pagaba uno, pos al interés de venir a ganar un centavo, pos aquellos hacían sen… Digo, por culpa mía. Pos yo quería venir, tenía que pagar, ¿verdad?
AA: ¿A quiénes le pagaban?
IS: A algunos…
AA: ¿Al Secretario de Gobernación?
IS: No, no. Había unos representantes o unos de los mismos trabajadores del Gobierno, oiga. Como vamos a decir, como un sargento de Gobierno Federal. Digo, traía uno su cartilla, es lo primero que le pedían. Y así suelto no, no podía entrar. No podía entrar porque se protestaba: “Pues, ¿sabes qué? Si, si traes un dinerito, yo te paso acá trasmano, pero caite con $300, $500 pesos”. En pesos, ¿vedá? Y pos sí, sí los, sí los traía uno, o sea, se los ofrecía. Pero, en una vez que en Monterrey me aventé un mes y no pude.
AA: Y, ¿qué hizo todo ese mes?
IS: Pos veníamos, éramos cuatro y nos regresamos.
AA: Pero, ¿qué hacían cuando estaban ahí todo ese mes?
IS: Pos le buscábamos de un modo y de otro a ver dónde, a ver quién, quién quería los… Andábamos rodando con los $300 ó $200, $300 pesos, hasta $500. Y no, no, no podían, este, hacer… Es que se, había veces se le ponía duro aquí el, o sea que no le, no les daban chanza. Entonces le dije yo a uno de, un muchacho de allá del rancho, le dije: “Vámonos. ¿A qué le tiramos? No podemos entrar”. Llegaban unas listas, como le digo, venían hasta trescientos, quinientos en una lista, eran las que atendían. Yo llegaba a allí y pronto, pronto recibían la lista y otro día le hablaban y si es posible, en ese mismo rato ya le hablaban, pasaba uno. Entonces en esa vez, un mes duramos allí y nos regresamos y antes de llegar a mi rancho, llegué al pueblito ese de Calvillo, tenía que pasar allí. Allí le dije al muchacho: “Vamos bajando aquí. Vamos a”, se llamaba Vicente, ya murió el señor. Se llamaba Vicente Urrutia. Le dije: “Vamos, vamos llegando a ver qué tiene de nuevo”. Cuál sería la sospresa [sorpresa] que otro día iba a salir la, una lista y me dice: “Quihubo, pos, ¿on tabas? Tenía, te estaba esperando. No te dabas cuenta que va a salir una, una lista que tengo aquí. Mañana sale, si queres orita, orita te pongo en la lista”. “No”, dije, “deja llegar a mi casa”, dijo. “También tengo, vengo de Monterrey, está muy duro allá, no. Así libre no, no, suelto no puede, no puede uno entrar. Las listas son las que están atendiendo”. Dijo: “Pos, vamos a seguir”. “En la próxima”, le dije, “en la próxima entonces sí me alistas”. Fue cuando me dio la chanza que yo mismo traje la lista. Le digo: “Pos tú te das cuenta cómo está allá todo, pos durates mucho tiempo allá”. Ey. Y pos, digo, le fatigaba a uno bastante. Y aquí, me vine aquí a Mexicali, ya estaba trabajando.
AA: De Monterrey, ¿los llevaban a Mexicali?
IS: No, de Monterrey nos llevaban allá por El Paso, Texas.
AA: Ahí en El Paso, Texas, ¿a dónde lo llevaron?
IS: Me llevaron a, a un pueblo que se llama_____(?), por primera vez.
AA: Pero, ¿había algún centro de recepción ahí en El Paso?
IS: Sí. Allí lo ponían al lugar donde, a un… Pos a un centro al lugar donde ya, ya allí los rancheros iban y se, se…
AA: ¿Un centro de recepción?
IS: Sí. Ocupaban quince, ocupaban veinte, diez, cinco, dos, uno. Y allí ocurrían a llevárselo a uno, pero como pos, por…
AA: ¿Cuántos días duraban ahí?
IS: No, inmediatamente. Por ejemplo, llegábamos este día y en la tarde, ya pa en la tarde ya te desocupaban ahí el lugar. Sí, ya los rancheros ya estaban avisados que iban a, iba a llegar tanta gente y allí llegaba uno, se llevaba así, según lo que iban ocupando. Entonces después, como le digo, acá en… Me fui, onde estaba aquí en Mexicali, me jui a Hermosillo a ganarme una carta. Esa carta me la daba el ranchero donde constaba que yo había trabajado y ya se la, llegaba uno allá a Empalme y la carta era buena. O sea, que mismo en Hermosillo, allí estaba una oficina, le daba el buen visto, el buen visto, ahí luego lo alistaba, el tiempo que quería uno, digo, que había hecho el trabajo. Ya de allí, mandaban a la gente de Hermosillo, la mandaban a Empalme y así me pasó. Yo, este, yo en allí andaba con un muchacho muy listo, que pa abogado nomás el título le hacía falta. A ése le valía todo, con pura mentira. Sí, no, no, porque, pero sí era listo. Llegamos con un señor, le voy a contar la historia cómo estuvo. Y no, pos nos fuimos al centro pa que nos escribiera, pa que nos mandaran pa ganar la carta a trabajar y adelante de nosotros, íbamos de dos en dos, así como está usted sentada ahí, de dos en dos, entraba uno de un lado y otro de otro y uno ya llevaba su carta, ya que se la habían dado temprano en la mañana pa ver si había salida pa mandarlo a Empalme. Y, este dijo: “Pos lo que yo les diga”, éramos tres, “nomás”, dijo, “oiga”, dijo, “vengo a ver si hay salida y a ver si es buena la carta”. “No, sí”, dice, “pero no hay salida, no se completa”. Se completaba ya de cincuenta para arriba, mandarlos para Empalme. Entonces, este, como si ya nosotros hubiéramos llevado la carta, nomás volteó, ansina nos hizo que nos sacáramos pa afuera. Dio vuelta el señor que él llevaba el papel bueno, nosotros apenas íbamos a solicitarla. No, él se fue pegadito así, siguiéndolo y sacó la caja de cigarros y le dio un cigarro y le dice: “¡Hey!”, dice, “¿onde? O, ¿dónde conseguites esa carta?”. “No, así y así. Me hubiera querido ir con tiempo y estaría yo en Estados Unidos”. Dijo: “Yo aquí tengo rancheros que les he trabajado mucho”. Dijo: “Y, ¿aquí no conocen muy cercas aquí”. “No”,dijo, “pos aquí está don Pablo Beltrán, un señor que tiene una cantina aquí en el centro, aquí en Hermosillo”. Ya le dio, le contó todo. No, pues nos fuimos. En ese rato dijo: “Nomás que no, él no se encuentra allí. Él se encuentra en su rancho, porque él, él llega temprano allí y hasta las siete de la tarde viene, viene a recoger allí”. Tenía una ca… Era una cantina y dijo: “¡Uh! Pos, que no, ¿qué no sabe una cantina?”. Dijo: “Yo soy borracho”, le dijo al muchacho ese. No, sí fuimos y llegamos y ahí esperamos a los trabajadores. Él, pues, nosotros nomás andábamos detrás de él. Dice: “Oiga, ¿a qué horas llega don Pablo?”. “Pos, a tales horas”. Pues sí, así fue. En la tarde llegó y ya estábamos allí, mire, la ge… Le dijo uno de esos: “Mira aquella camioneta que viene allá, ésa es la de don Pablo”. Ya cuando se parqueó, ya estaba él allí a un lado, en la banqueta. Dice: “¡Don Pablo! Fíjese que esto y que lo otro y dijo: “Yo vengo a que nos ayude, pero queremos ayudarle primero. Queremos que nos de una carta”. Y, fíjese, yo en tres días les pisqué, ya, ya era pepena, ya casi no… En tres días que estuve ahí, le pisqué, todavía me acuerdo, noventa y siete kilos en tres días. Oiga, cuando yo no, no piscaba mucho, no piscaba mucho, pero tampoco no me quedaba tan abajo. Yo así con todo y hueso piscaba ochocientas libras, novecientas, ochocientas, novecientas, era mi tarifa. En limpio, pos digo, pos es, quero decir que eso va en limpio, pues cuatrocientas y tantas, ¿eh? Y allí, pero como le digo, dijo: “Pos ya casi no tengo nada”, dice, “pero vamos”. A los tres días nos dio la carta. No nos fatigamos nada, digo, cuando Dios lo quiere ayudar a uno, de cualesquier modo nos protege. Y veníamos por mes y medio a Yuma y duré tres años allí.
AA: ¿Qué tipo de trabajo estaba haciendo ahí?
IS: Allí en un momento vine a piscar también, la pisca de algodón. Era campo lechuguero, había lechuga, había melón y lechuga, era lo más, tenía esa compañía tenía un rancho allá en Phoenix, dos lugares. Allá nada más íbamos a cortarla, no, no la beneficiábamos y en Yuma sí. Fue desde desahije, la limpia y cortarla, empacarla, ey, sí.
AA: Dígame, descríbame, ¿cómo era un día de trabajo de usted? ¿A qué horas empezaba a trabajar?
IS: Mire, empezábamos en el melón, que es el tiempo orita del melón, entrando este mes de mayo, hasta el día 15 de julio, piscábamos melón sin faldear un día. Allí no había, no había día de fiestas, no había nada, no había domingos, no había nada. Allí a cada cuadrilla le tenían su lugar. El fil [field] que piscábamos este día, mañana teníamos que andarlo de vuelta. Y a las, en cuanto se veía, a las seis de la mañana, ya estábamos a las seis de la mañana, ya estábamos en que, nomás que se viera pa empezar a levantar el melón. El melón, no, no pos el tiempo, el clima de lo caliente que es ahí, de cien, de cien para arriba, a cien quince, cien diez, cien… De cien para arriba. No, no, no había más, muy caliente. Yo el primer año casi andaba entregando el pellejo, sí. Nos daban comida, sí, sí nos daban comida, pero si no se la puede comer, ¿cómo se la come? Si, si…
AA: ¿Por qué no se la podía comer?
IS: Porque el calorón no. Nos daban, nos daban de almorzar a las cuatro de la mañana. A las once del día llegaba el lonche, nos llevaban al fil. A las cuatro, a tres y media, llegaba otro lonche, pero, ¿para qué? Nos querían meter comida a base de pura… Agua sí tomábamos bastante. Pa los que llegué a ver yo que, que azotaban con el calor, ey. Ese trabajo sí. Entonces, hasta que ya no se veía, a veces que no, no le, no, no. Por ejemplo, teníamos que andar todo este el fil que es el, aquí el escritorio. A cada cuadrilla, tenían su field para que todos los días, día a día, a día y no levantábamos todo el melón a veces no lo alcanzábamos a levantar, se maduraba. El saco lleno de melones, cargado en la espalda. Así, porque lo cargábamos por aquí. ¡Híjole!
AA: Por atrás.
IS: Ey. Las bolas de melón así.
AA: Y, ¿en la noche qué hacían? Pos, llegar a dormirse.
IS: Pos llegar y a dormir. Y a las cuatro de la mañana ya estaba en el comedor. Vamos a almorzar y vámonos a… Pa estar al…
AA: Muy pesado.
IS: Sí. Muy pesado. Ese sí fue el trabajo que hice yo más pesado, el desahije.
AA: Dígame, ¿cuándo les pagaban?
IS: Nos pagaban, nos pagaban cada semana en algunos lugares y en otros que cada quince días, pero por lo…
AA: Y, ¿les pagaban en cheque?
IS: En, en cheque, sí. Por lo regular, sí, en cheque, pero yo nunca guardé uno de los talones de los cheques.
AA: Oiga, y, ¿qué hacía con el cheque usted?
IS: Pues, ¡uh! No, no. Está uno muy, muy equivocado, pos lo gastaba en cosas que no, no va.
AA: ¿En qué se lo gastaban? Cuénteme.
IS: Bueno, cuando estaba yo en Yuma… Bueno, lo mandaba, mandaba a mi papá, le mandaba yo la feriecita y a un hermano, sí.
2do: Disculpe.
IS: Y pues, y luego lo gastaba uno, ¿verdad? Te digo, de todos modos en comprar cositas así, ropa y eso, sí. Como un hermano que compró un terreno le presté un dinero también.
AA: ¿Lo mandaba para ayudar a la familia?
IS: Sí.
AA: Dígame, ¿cómo lo trataban sus patrones o los mayordomos que le dicen?
IS: Mire, por primera vez nos trataban, yo con la primer vez y todavía no, no agarré experiencia. Llegamos a un lugar, ése era un contratista de allá de Texas que nos trajo hasta acá a Nuevo México, pero antes de llegar a Nuevo México, pero no me acuerdo cómo se llama el pueblito donde estábamos. Ahí llegamos, era un galerón grande, era de lámina todo, sí. Y el, para aquí, aquí, este es mi lugarcito pa acostarme, pusieron un mecate así que viene siendo así por, como así a devidir. De ahí para allá unos, de ahí para acá otros. No, no, no cobijas, no camita, un colchón, no nada. En el cemento, como, como decir ahí, ahí afuera en el cemento, ¿eh?
AA: ¿Así eran sus habitaciones?
IS: Esa fue la primera experencia que…
AA: Que le tocó mal.
IS: Me tocó mal, ey. Y en otros lugares sí, sí nos daban unas camitas.
AA: ¿Cómo eran esos lugares? , ¿sus cuartos?
IS: Los cuartos, también unas galero[nes], unos galerones grandes como ahí en Yuma. Pero eran de dos camitas encimadas para cada quien. Uno se quedaba aquí y otro arriba. Pero allí, menos mal que si…
AA: Y, ¿alguna experiencia mala con los patrones, dijo que tenía?
IS: Pues en, digo allí en Yuma eran unos filipinos los que…
AA: ¿Sus patrones?
IS: Eran trabajadores, nomás que se creían como dueños. Hacen más los patrones que, que los… Digo, los trabajadores, trabajadores que tenían como especialistas ya allí, ¿verdad? Y en una vez cuando yo ya, ya me empecé a… Pues andaba empezando en la lechuga. Dice un día un, el del comedor, el que nos daba el borde, era un filipino también. Se paró así en la mañana, dice: “El que quiera enseñarse a cortar lechuga, les voy a dar chanza que raitieen a los que ya saben.
AA: Qué, ¿qué? Perdón.
IS: A raitearlo, ayudarle, ayudarles así. Corta un ratito con uno, ayudarle a uno, al que se va quedando atrás y así. Y juimos varios los que quisimos eso, digo, pos, ya estábamos, ya el algodón ya fue el mes de diciembre ya estaba seco, ya estaba helado y se arañaba uno mucho las manos. Entonces andábamos empezando y ándele que andando así del, el fil se iba, se iba a empezar, le dicen calentarlo, cuando estaba apenas la lechuga así, pos agarraba una, de a tres lechugas dejábamos en cada, pa que el empacador ya nomás las agarra las tres y las mete a la caja, lleva uno una burrita así, dice una cartillita. Y este, al agacharme yo, otro que iba allá también raitiando, como de aquí a la esquina dice: “¡Ahí te va! Y me pega por aquí un lechugazo y me valió, digo,…
AA: En la espalda.
IS: No, aquí así en las costillas. Y: “Oye, ¿qué pasó?”. Le dije: “¿Por qué me lo avientas?”. “No, pues pa que ajustes la de atrás, ya tienes una ahí, pa que queden las tres”. Le digo: “Pero, pos tú completa tus tres y yo las tres acá”. Y venía un filipino que era, que fue mi patrón, digo, mi mayordomo, mucho tiempo; se llama Marcos. Le dije: “Marquitos”, dije, “¿está bien que me pegue este?”. Y le dijo: “¿Por qué le pegas? Háblale”, dijo, “y luego pos, pos tú completa, te dice bien, tienes tus tres lechugas, ahí ponlas y él sus otras tres y así”. Le dije: “¿Sabes qué, Marquitos? Yo es primera vez que voy a cortar lechuga, ando, me ando enseñando y quiero enseñarme, pero si es que puedo, saliendo a la orilla, dame mis dos surcos. Yo no quiero raitear, de esa clase menos. Yo quiero enseñarme, porque yo quiero hacer el trabajo por mí mismo, que salga de mí mismo, quesque me ayuden, pero no, no en esa forma”. Saliendo a la orilla me dijo: “Ven, agarra tus dos surcos”.
AA: Entonces, ¿lo querían los mayordomos a usted?
IS: Ése jue uno de ellos que sí.
AA: ¿Tuvo algún problema con algún mayordomo?
IS: Con un mayordomo sí. Al para, a poquito pasar tiempo, andaba un muchacho cercano de donde yo soy y él sabía muy bien el trabajo y me decía; “Júntate conmigo pa enseñarte. Mira, el cuchillo como lo metas a levantar la lechuga, hazle así o así. Nomás le da uno, la agarra uno y le da la volteada y el corte queda más parejito”. Era lo que nos querían que quedara bonito el, todo el trabajo. Y resulta que ese día tuve, tenía días que yo me juntaba con él, porque me convenía, él me ayudaba: “Y hazle así y hazle así”. Él se estaba haciendo pasar allí que no sabía cortar lechuga, pero él sabía todo el trabajo de la lechuga y yo, como le digo, yo andaba empezando. Entonces había hielo y cuando tiene hielo la lechuga, si la toca así, se quema. Hay que dejarla que se caiga el hielo. Pos nos fuimos por allá y ya cuando dijeron: “Vámonos”, ya se me había metido él por allá y ya no me pude juntar con él. Me quedé así a una distancia de como de un… Pos sí, retiradito. Él iba por allá, yo iba por acá. Ya no, pues en el regreso, ya me voy a juntar con él. Y yo como, como había hielo, pos hay que ponerle cama, le dicen cama a la misma hoja que le quita uno a la lechuga, o sea, la mata, nomás la voltea así y cae aquí en la tierra y va uno poniendo las lechugas y se fue un, era un filipino también, se llamaba Carlos, se llamará, se llamaba. Y se fue y ya iba ahí, yo ya me había copinado a la gente, allá iba yo así adelante y el otro allá también adelante. Pero yo quería encontrar, digo, en el regreso. Y se va y iba tentando las lechugas que veía que a la mejor las iba dejando, por eso iba, iba yo recio, pero yo iba haciendo lo último pa, con el regreso juntarme con él. Y yo me quedé parado así y le dije: “¿Qué? ¿Se me viene quedando?”. Dijo: “No”, dijo. “Parece que no vas dejando lechuga buena”. Me dice, empecé a agarrar, levanto una lechuga y la voltea así y sí, sí tenía tierra, donde yo mismo le dije: “Bueno, sí es imposible que a toda la valla tendiendo la hoja pa que no se pegue la lechuga o las alcance la, tierra”. Dijo, dijo: “Dame”. Esa palabra dar de, de raite, de raite así a tu compañero, porque tu compañero no empaca. “El empacador no, viene atrás, porque necesitas darle raite a tu compañero, o sea que vamos los dos cortando lechuga y el otro en medio empacando de un lado y de otro”. Le dije: “Mira Carlos”, dije, “yo en lo que, en lo que tengo ahorita ya de cortar lechuga, yo no he visto que otro se brinque de aquí a aquí, a darle raite a este que va más atrás”, pero sí, cuando salíamos aquí, yo salgo u otro sale, se viene y me encuentra pa dar la vuelta, porque la máquina de las cajas tiene que dar vuelta. Por ese motivo sí, sí vamos bien, pero…
AA: Y, ¿cuál fue el problema entonces?
IS: Entonces, le dije: “Cuando ya salga a la orilla que me veas que salga, entonces sí le doy raite, pero orita no, a naiden le damos raite en lo que vamos aquí. Si voy aquí y él, o si él va a allá”
AA: Y, ¿alguna vez le gritó?
IS: No, no, él me habló fuerte. O sea que cuando le dije: “No, yo no voy a dar raite orita, cuando me veas que salí allá, entonces sí doy raite”.
AA: Pues no fue tan malo el problema entonces.
IS: No, no sí fue, fue grave, porque yo sí me dio coraje y él también se enojó. Dijo: “Pos me vas a dar el cuchillo”. “Y, ¿sabes qué? No te lo doy, Carlos. No te lo doy”. “No, que sí me lo das”. “No, no. ¿Sabes a quién se lo doy? Al que me lo dio, porque es mi defensa pa trabajar. ¿Con qué le voy a salir a aquél? Este cuchillo me lo dieron pa yo lo utilizara, pero de, no te lo doy y no te me arrimes, no te me arrimes”. Y ya no se lo qui… No, no se lo di. Entonces le dije: “Mira, Carlos”, dije, “te lo voy a dar de punta”. “No, que la”. “No, no, no te lo doy”. Y taba la gente, digo, se paralizó la gente. Tonces se viene el señor, se llamaba Miguel Gallo. Dije: “A don Miguel sí se lo doy”. Viene y dice: “Oye Carlos, ¿qué traes con este?”. “Pos me le quiero quitar el cuchillo”. Dijo: “Pero, ¿cómo se lo vas a quitar si yo se lo di? Él te está diciendo bien, que a mí sí”. “Tenga don Miguel, a usted sí le doy el cuchillo porque usted me lo dio pa trabajar, no pa dárselo a éste”. Dijo: “Mira Carlos”, dijo, “tú orita si yo quero yo, eres mayordomo aquí, mayordomillo que te traíamos ahí de casi de lástima, pero el trabajo lo hace mejor él que tú”. Entonces: “Tenga don Miguel. Dice que me va llevar a La Asociación. Orita mismo que me lleven y aquí está. Gracias, don Miguel”. Y ese problema sí, sí lo tuve fuerte. Digo, yo me dio coraje, me dio coraje y yo. Digo, pero estaba nuevo yo, que me podía mover. Sí y no, cuando… o de poca experiencia, pos la experiencia la quise agarrar, pero no, digo, qué bueno que nomás hasta ahí llegó.
AA: Bueno, señor Serna, ya para terminar la entrevista, dígame, sus recuerdos de haber sido bracero, ¿son positivos o negativos?
IS: Pos son positivos por la forma que pues, de seguro me gustó, digo, andar en eso. Había, había de todos, como siempre, pero no, no tanto, tanto pa odiarlos, no, no. Pos, digo, nos ayudábamos poquito, desde… Nos pagaban lo que ellos querían, pero pos tábamos de acuerdo, yo creo. Sí, no, no, negativo no.
AA: ¿Cómo cambió el haber sido bracero su vida?
IS: No le entendí.
AA: ¿Cómo cambió? ¿Cómo cambió su vida al haber sido usted bracero?
IS: Pues, bueno, por una parte cambió el modo de ser, de saberme comportar más con la gente, porque así de amistades agarré por dondequiera, oiga. Y, pues sí sirve, sirve de mucho. Se sufre, pero a veces se aprende también y queriendo aprender, aprende uno, ey. Las malas, pos ésas no las contamos, pero debemos de contar las buenas y las malas también.
AA: Exacto. Bueno, señor Serna, muchas gracias por la entrevista y muchas gracias por toda la información y su tiempo y por haber venido tan temprano.
IS: No, no, pues desde ayer me tocaba, nomás que ayer… (risas)
AA: Así es. A veces no se puede.
IS: Sí.
AA: Bueno, muchas gracias.
IS: Ándele pues.
Fin de la entrevista
Fecha de la entrevista: 26 de mayo de 2006
Nombre del entrevistador: Anaís Acosta
El día de hoy es mayo 26 del 2006. Estamos en San Bernardino, California con el señor Ignacio Serna. Esta entrevista pertenece al proyecto de Historia Oral de braceros.
AA: Señor Serna, díganos, ¿dónde y cuándo nació usted?
IS: Nací el 1928, el 7, el, a 7… El 31 de julio; siete, siete mes es, ¿verdad?
AA: Sí.
IS: Sí.
AA: Dígame, ¿dónde nació?
IS: En La Higuera, Huanusco, Zacatecas.
AA: ¿Huanusco?
IS: Huanusco es el municipio.
AA: Dígame, ¿cómo era Huanusco cuando usted nació?
IS: Pues, es un pueblito chico, digo, cuando yo lo conocí, porque yo había nacido en, un rancho, como le digo. Pos un ranchito así, digamos, el pueblito. Ya ahorita ya, ya está diferente.
AA: Dígame, ¿cómo se llamaban sus papás?
IS: Gumaro Serna y Adelaida Gallardo.
AA: ¿Qué hacían? ¿A qué se dedicaban?
IS: A la agricultura.
AA: ¿Qué tipo de agricultura?
IS: Pos sembrar maíz, frijol, pos era, eran unos tiempos, pos duros y al mismo tiempo se levantaban más cosechas que ahorita que hay más facilidades, fíjese. Orita hay maquinaria, pero yo lo digo por experiencia, que yo todavía hace poco tiempo dejé de sembrar y levantaba yo buenas cosechas. Ora que me vine para acá vo… Digo, no, no he ido ya. No he ido por allá, pero tengo unos hermanos allá y me comunico con ellos pues que no, que no levantaron cosecha, porque… Digo, pos, si no mueven la tierra, cómo, ¿cómo queren levantar cosecha? Yo así soy, digo, soy claridoso, con mis hermanos, digo, pos los… Y: “Pos ya no queremos trabajar, oiga”. Por eso no, no se levanta las cosechas.
AA: Dígame, ¿había escuela ahí en La Higuera?
IS: Pues mire, cuando yo, yo escuela tuve muy poca por, porque sí empezó, empezó la… No, por, escuela, una escuelita por allí de momento pagaban mis papás por mis demás hermanos. Por allí una señorita o lo que hubiera por ahí, quesque, casi no, no había escuela. Ya poco después, ya cuando yo fui a la escuela, sí, ya escuela de Gobierno. Pero luego mi papá, yo no sé cual sería, yo quedé, quedé huérfano de la edad de siete años. O sea, andaba en los ocho años. Y me mandaba a otro ranchito a estar pagando allá. Es cuando de la escuela de Gobierno estaba allí en el rancho. Yo no sé cuál sería la idea. Estuve poquito tiempo allá y el poquito tiempo que, que aproveché jue cuando regresé de vuelta allí al rancho y estaba un, de la escuela de Gobierno. Fue cuando aprendí un poco. No crea que sé, mal pongo mi nombre, pero sí.
AA: ¿Hasta qué año llegó?
IS: ¡No, no, no, pues llegué como a tercer año, cuarto año.
AA: Pos sí estuvo bastante, ¿no?
IS: Pues sí, pero así a… No estaba lejos, pero nos divertíamos jugando y llegábamos tarde a la escuela, ¿eh? Porque íbamos casi a dos kilómetros y pasadito. Y era puro pérdida de tiempo. Pero aún así, de todos modos, digo pues, qué bueno, que siquiera, digo, me enseñé a poner mi nombre, mal, pero sí, sí me hago entender poquito.
AA: Dígame, ¿qué hacía cuando no estaba en la escuela de niño?
IS: Cuando no estaba en la escuela, pues ya, yo le, le trabajé mucho. Sí, este, a mi alcance había animalitos por allí en la casa, había… Y me gustó mucho ese, el trabajo del campo. Y me aplicaba yo a: “Pos haz esto y haz lo otro”. Pero, pero yo no, no. Para mí no hubo, no hubo peros que no, no lo hago, pues no, lo hacía de todo corazón, porque me gustó la…
AA: ¿Cuántos años tenía cuando empezó a trabajar?
IS: Mire, en… Como le digo, sembrábamos, yo tenía tres hermanos mayores que yo y mi papá. Cuando ya empecé a, este, a sembrar, sembrábamos a mano en la, la semilla que sembrábamos. A los once años ya de traer un, tener un peón que lo, lo… Pos lo tenían de trabajador allí para que agarrara la yunta, se enfermó un, uno de esos días cuando íbamos a sembrar apenas una yunta, andaba un hermano y el señor ése y yo era el sembrador. Y le pegaban ataques y un día le pegaron los ataques y se perdió por muchos días, se pasaba… Pues no, no podía trabajar. Entonces, pues hubo la necesidad de agarrar yo la yunta ya. Y de allí de la edad de doce años, de ahí pa adelante ya me ponían a mí a, con una yunta a trabajar y trabajitos así como le digo, de distintos trabajitos, distintos.
AA: ¿Cuánto le pagaban a esa edad?
IS: No, no, pos era para la casa todo, no, no me pagaban y era en bien del, para la casa todo.
AA: Dígame, ¿cuándo se entera usted del Programa Bracero?
IS: Del Programa Bracero, pues ya estaba yo, me tocó el 1942, pues ya tenía, ¿qué? Del [19]28, pues ya, ya tenía por ahí como unos, ¿qué? Dieci[séis], quince años.
AA: Como unos veintidós.
IS: Vein… Sí, veintidós años. Ya oía yo que los primeros braceros que vinieron, vinieron unos tíos, vinieron unos primos así ya, ya de… Digo, ya podían venir.
AA: ¿Qué le contaban?
IS: No, pues cuando fueron, pos que habían venido a Estados Unidos. Se oía decir de Estados Unidos porque yo tenía una tía hermana de mi abuelita que estaba por aquí desde mucho tiempo e iba a visitarnos. Entonces pos yo, yo… No, no…
AA: Pero, sus tíos que ya habían venido, ¿qué le contaban a usted?
IS: No, pos contaban que aquí se ganaba el dinero casi como decir fácil, ¿verdad? Y ya, y tiene uno la ilusión, dice: “Bueno, pues si allá está fácil, aquí a qué hago el trabajito”. Ahí, digo, pos diferente, pero es más duro el trabajo allá. Ciertos trabajos son más duros allá. Entonces poco más después que vi en el 1940 y… [19]47, se vienen dos hermanos para venirse para acá pa Texas y yo allá estaba como con ganas de venir y en una de esas veces me dijeron que si, que me quería venir. Y me vine ahí al Valle de Texas.
AA: Y, ¿dónde se contrató usted?
IS: Esto fue el… En el [19]47. Entonces salí el [19]47, ya me fui de vuelta para México y vine el [19]49 y andando ahí, ahí en el Valle de Texas, había contrataciones en Harlingen.
AA: Pero, ¿en México?
IS: No, aquí. De estar aquí me contraté, fíjese. Estaba trabajando con un gabacho en esos días.
AA: Entonces, ¿se vino de ilegal la primera vez?
IS: Sí, sí. Yo de ilegal anduve varias, bastante tiempo, bastante tiempo. Pero allá fue las primeras vueltas, por allá y no salí de allá. Yo quero decir que siempre como que me llamaba la atención de estar por acá. De estar, de estar de con un señor, un gabacho, un amigo me dice: “En Harlingen hay, hay contratación, vamos a contratarnos”. Tábamos ahí cercas y dijo: “Te vas a quedar aquí en lo que yo voy a traer un veliz a Uvalde”, se llama. No, no, no. Sí, Uvalde se llamaba el pueblito onde tenía el veliz. “No vayas a salir a trabajar”, y el señor, el americano me decía: “No le hagas caso a Lawrence”. Se llamaba Lorenzo el muchacho. Y: “Él está loco”. Le dije: “Yo soy pobre y yo estoy con los pobres. Si te vas a contratar”, dice, “y vas, eso es puro negocio. Los ricos”, dice, “no les van a pagar”. Y sí, pues sí es cierto que a veces abusan de uno, digamos, pues le pagan lo que ellos quieren, porque pos no tiene uno defensa pa defenderse, ¿verdad?
AA: Pero eso es cuando anda sin papeles, ¿no?
IS: Sí. Y digo, pos yo andaba sin papeles. Entonces duró tres días este muchacho por allá trayendo su veliz y yo allí estaba en la casa, no salía a trabajar, porque me dijo: “No vayas a salir a trabajar”. Porque él, él iba a llegar en un momento y no me hallaba y él se iba al mentado lugar onde, onde estaban las contrataciones. Y sí, sí nos contratamos. Yo, yo ya traía, había hecho mi servicio pa que me dieran mi cartilla. Pero, este, no la traía, traía un comprobante, un papel que me dio el mismo sargento onde nos dieron servicio y yo era, era lo que me… Pues, lo que me afectaba, porque no traía la cartilla.
AA: ¿Qué les pedían?
IS: La cartilla, la cartilla militar era el primer paso. Y no, sí pasamos, pasamos adentro a todas las piezas, pero no alcanzamos a firmar el papel, el contrato. Por ahí como a las cuatro de la tarde salimos, porque era bastante gente y no alcanzamos y nos pusieron todos en fila, todos en fila y entonces, llega, llega, llega La Migración, dos emigrantes. Como estábamos, estábamos así en fila, iban así. Y luego al que le caía seguro bien o mal, o como quiera que haiga sido: “Da un paso pal frente”, y se lo pasaba al otro: “Llévatelo”. Y no, a mí no, no me tocó, pero así fue la cosa. Y ya entonces, sí ya digo, otro día allí dormimos. Otro día, ya pusimos allí la firma el nombre y ya nos dieron los papeles que necesitábamos del contrato.
AA: Ahí en ese contrato, ¿le decían a dónde se iba ir a trabajar y cuánto iba a ganar?
IS: Pero, orita de momento no me acuerdo, oiga, lo que… No, nos pagan muy barato. Ah, era contrato. Nos trajeron, sí, sí nos dijieron que íbamos a piscar algodón.
AA: Ahí donde les hacían el contrato, ¿les hicieron algún tipo de examen médico?
IS: ¡Oh, no! Sí. ¡Uh! Ahí lo, lo desnu… Digo, no nos desnudaban, nosotros nos quitábamos la ropa. Sí, ahí era como Dios lo echó al mundo, pero…
AA: ¿Qué les revisaban?
IS: Pues mire, allí nos hacían, nos echaban un polvo quesque pa los piojos y quién sabe qué tanto, era un lío, pero allí aparentemente, no fue tan… Por ser la primera vez, no estuvo muy el… como cuando veníamos de México, como ya estábamos de tiempecito allí. Digo, esa vez no me hicieron tanto o no nos hacían el, la inspección tan fuerte como cuando veníamos, que nos contratábamos en México. Llegando allí a la parte onde fuera de la frontera, allí nos desnudábamos y nos echaban polvo en la cabeza, todo el cuerpo o bueno, sí, un polvo fuerte que les decían que era, que traíamos piojos y bendito sea Dios que yo no, no nunca, hasta la fecha no, nunca los he, este, sufrido.
AA: ¿Qué sentía usted cuando les ponían ese polvo?
IS: Pues se siente a disgusto, porque oiga, no tiene uno, tiene uno dignidad de que… pos, ¿cómo? ¿Cómo voy? Ora, en, era al público allí, porque éramos así los que entrábamos.
AA: ¿Muchos?
IS: Sí, bastantes, bastantes; por cientos de bracereada, de personas que venía, veníamos y íbamos pasando todos aquella cosa, ¿eh? Ora, no importaba, no importaba que las secretarias aquí y uno pasar, pasarles aquí en… Y como Dios lo echa al mundo. No tiene uno vergüenza, pero sí da vergüenza, oiga, cómo no.
AA: ¿Se sintió usted mal?
IS: Pues yo creo que de momento nos sentíamos mal, pero yo creo que no tanto, porque digo, yo me refiero a mí, a mi persona, porque yo vine varias veces. Quiere decir que pos ya, ya después ya se me hizo de humor la cosa. No venía yo… Sí, porque sí vine bastantes veces. Duraba poquito. Venía, era por mes y medio y así, y a veces dos meses, tres meses, hasta seis meses.
AA: ¿Dónde se llegó a contratar usted en México?
IS: En México, mire, me contraté en Monterrey, me contraté en… Bueno, en Irapuato no, no la pude hacer porque no, mi cartilla no estaba en orden, no estaba, no tenía una visa que… Y no, no pude entrar, pero sí fui. Me contraté en Monterrey. Pero, la primera vez como le digo, fue en Texas. En Monterrey fueron varias veces y me contraté en, este, en Empalme, Sonora.
AA: Cuénteme del centro de contratación en Monterrey, ¿cómo era?
IS: En Aguascalientes también me contraté. Perdone, digo, la pregunta que le haga.
AA: Cuénteme del centro de contratación de Monterrey, ¿cómo era?
IS: ¿El centro? ¡Oh! Era, era un lugar muy famoso, muy grande el lugar ese. Llegaba uno allí, ya venía uno enlistado de los municipios. Era ahí del modo que entraba usted más fácil. Traía usted una, la carta que, onde venía toda la lista. Llegaba yo, me, por ejemplo, en una vez me la dio a mí el secretario de allí del, de un pueblo que no, no pertenezco, toy de vecino. Yo soy del estado de Zacatecas y está un pueblito que se llama Calvillo, pero tenía mucha amistad con ese secretario, demás de amistad que tenía, digo yo, para mí fue un hombre fino, que no, no. Me decía: “¿Te quieres ir? Orita ya hay chanza, te alisto”. Y en una vez, me dice: “Tú te vas a llevar la lista, pero van a ir tres representando todo, todo el grupo”. Y del pueblito ese hasta Aguascalientes, fue y nos echó al tren pa venirnos a Monterrey. Dijo: “Ahora sí”. Y digo, me, me tenía en cuenta siempre que había, por eso, por eso seguro se me facilitaba, no me cobraba, porque a veces así allá, pos pagaba uno, pos al interés de venir a ganar un centavo, pos aquellos hacían sen… Digo, por culpa mía. Pos yo quería venir, tenía que pagar, ¿verdad?
AA: ¿A quiénes le pagaban?
IS: A algunos…
AA: ¿Al Secretario de Gobernación?
IS: No, no. Había unos representantes o unos de los mismos trabajadores del Gobierno, oiga. Como vamos a decir, como un sargento de Gobierno Federal. Digo, traía uno su cartilla, es lo primero que le pedían. Y así suelto no, no podía entrar. No podía entrar porque se protestaba: “Pues, ¿sabes qué? Si, si traes un dinerito, yo te paso acá trasmano, pero caite con $300, $500 pesos”. En pesos, ¿vedá? Y pos sí, sí los, sí los traía uno, o sea, se los ofrecía. Pero, en una vez que en Monterrey me aventé un mes y no pude.
AA: Y, ¿qué hizo todo ese mes?
IS: Pos veníamos, éramos cuatro y nos regresamos.
AA: Pero, ¿qué hacían cuando estaban ahí todo ese mes?
IS: Pos le buscábamos de un modo y de otro a ver dónde, a ver quién, quién quería los… Andábamos rodando con los $300 ó $200, $300 pesos, hasta $500. Y no, no, no podían, este, hacer… Es que se, había veces se le ponía duro aquí el, o sea que no le, no les daban chanza. Entonces le dije yo a uno de, un muchacho de allá del rancho, le dije: “Vámonos. ¿A qué le tiramos? No podemos entrar”. Llegaban unas listas, como le digo, venían hasta trescientos, quinientos en una lista, eran las que atendían. Yo llegaba a allí y pronto, pronto recibían la lista y otro día le hablaban y si es posible, en ese mismo rato ya le hablaban, pasaba uno. Entonces en esa vez, un mes duramos allí y nos regresamos y antes de llegar a mi rancho, llegué al pueblito ese de Calvillo, tenía que pasar allí. Allí le dije al muchacho: “Vamos bajando aquí. Vamos a”, se llamaba Vicente, ya murió el señor. Se llamaba Vicente Urrutia. Le dije: “Vamos, vamos llegando a ver qué tiene de nuevo”. Cuál sería la sospresa [sorpresa] que otro día iba a salir la, una lista y me dice: “Quihubo, pos, ¿on tabas? Tenía, te estaba esperando. No te dabas cuenta que va a salir una, una lista que tengo aquí. Mañana sale, si queres orita, orita te pongo en la lista”. “No”, dije, “deja llegar a mi casa”, dijo. “También tengo, vengo de Monterrey, está muy duro allá, no. Así libre no, no, suelto no puede, no puede uno entrar. Las listas son las que están atendiendo”. Dijo: “Pos, vamos a seguir”. “En la próxima”, le dije, “en la próxima entonces sí me alistas”. Fue cuando me dio la chanza que yo mismo traje la lista. Le digo: “Pos tú te das cuenta cómo está allá todo, pos durates mucho tiempo allá”. Ey. Y pos, digo, le fatigaba a uno bastante. Y aquí, me vine aquí a Mexicali, ya estaba trabajando.
AA: De Monterrey, ¿los llevaban a Mexicali?
IS: No, de Monterrey nos llevaban allá por El Paso, Texas.
AA: Ahí en El Paso, Texas, ¿a dónde lo llevaron?
IS: Me llevaron a, a un pueblo que se llama_____(?), por primera vez.
AA: Pero, ¿había algún centro de recepción ahí en El Paso?
IS: Sí. Allí lo ponían al lugar donde, a un… Pos a un centro al lugar donde ya, ya allí los rancheros iban y se, se…
AA: ¿Un centro de recepción?
IS: Sí. Ocupaban quince, ocupaban veinte, diez, cinco, dos, uno. Y allí ocurrían a llevárselo a uno, pero como pos, por…
AA: ¿Cuántos días duraban ahí?
IS: No, inmediatamente. Por ejemplo, llegábamos este día y en la tarde, ya pa en la tarde ya te desocupaban ahí el lugar. Sí, ya los rancheros ya estaban avisados que iban a, iba a llegar tanta gente y allí llegaba uno, se llevaba así, según lo que iban ocupando. Entonces después, como le digo, acá en… Me fui, onde estaba aquí en Mexicali, me jui a Hermosillo a ganarme una carta. Esa carta me la daba el ranchero donde constaba que yo había trabajado y ya se la, llegaba uno allá a Empalme y la carta era buena. O sea, que mismo en Hermosillo, allí estaba una oficina, le daba el buen visto, el buen visto, ahí luego lo alistaba, el tiempo que quería uno, digo, que había hecho el trabajo. Ya de allí, mandaban a la gente de Hermosillo, la mandaban a Empalme y así me pasó. Yo, este, yo en allí andaba con un muchacho muy listo, que pa abogado nomás el título le hacía falta. A ése le valía todo, con pura mentira. Sí, no, no, porque, pero sí era listo. Llegamos con un señor, le voy a contar la historia cómo estuvo. Y no, pos nos fuimos al centro pa que nos escribiera, pa que nos mandaran pa ganar la carta a trabajar y adelante de nosotros, íbamos de dos en dos, así como está usted sentada ahí, de dos en dos, entraba uno de un lado y otro de otro y uno ya llevaba su carta, ya que se la habían dado temprano en la mañana pa ver si había salida pa mandarlo a Empalme. Y, este dijo: “Pos lo que yo les diga”, éramos tres, “nomás”, dijo, “oiga”, dijo, “vengo a ver si hay salida y a ver si es buena la carta”. “No, sí”, dice, “pero no hay salida, no se completa”. Se completaba ya de cincuenta para arriba, mandarlos para Empalme. Entonces, este, como si ya nosotros hubiéramos llevado la carta, nomás volteó, ansina nos hizo que nos sacáramos pa afuera. Dio vuelta el señor que él llevaba el papel bueno, nosotros apenas íbamos a solicitarla. No, él se fue pegadito así, siguiéndolo y sacó la caja de cigarros y le dio un cigarro y le dice: “¡Hey!”, dice, “¿onde? O, ¿dónde conseguites esa carta?”. “No, así y así. Me hubiera querido ir con tiempo y estaría yo en Estados Unidos”. Dijo: “Yo aquí tengo rancheros que les he trabajado mucho”. Dijo: “Y, ¿aquí no conocen muy cercas aquí”. “No”,dijo, “pos aquí está don Pablo Beltrán, un señor que tiene una cantina aquí en el centro, aquí en Hermosillo”. Ya le dio, le contó todo. No, pues nos fuimos. En ese rato dijo: “Nomás que no, él no se encuentra allí. Él se encuentra en su rancho, porque él, él llega temprano allí y hasta las siete de la tarde viene, viene a recoger allí”. Tenía una ca… Era una cantina y dijo: “¡Uh! Pos, que no, ¿qué no sabe una cantina?”. Dijo: “Yo soy borracho”, le dijo al muchacho ese. No, sí fuimos y llegamos y ahí esperamos a los trabajadores. Él, pues, nosotros nomás andábamos detrás de él. Dice: “Oiga, ¿a qué horas llega don Pablo?”. “Pos, a tales horas”. Pues sí, así fue. En la tarde llegó y ya estábamos allí, mire, la ge… Le dijo uno de esos: “Mira aquella camioneta que viene allá, ésa es la de don Pablo”. Ya cuando se parqueó, ya estaba él allí a un lado, en la banqueta. Dice: “¡Don Pablo! Fíjese que esto y que lo otro y dijo: “Yo vengo a que nos ayude, pero queremos ayudarle primero. Queremos que nos de una carta”. Y, fíjese, yo en tres días les pisqué, ya, ya era pepena, ya casi no… En tres días que estuve ahí, le pisqué, todavía me acuerdo, noventa y siete kilos en tres días. Oiga, cuando yo no, no piscaba mucho, no piscaba mucho, pero tampoco no me quedaba tan abajo. Yo así con todo y hueso piscaba ochocientas libras, novecientas, ochocientas, novecientas, era mi tarifa. En limpio, pos digo, pos es, quero decir que eso va en limpio, pues cuatrocientas y tantas, ¿eh? Y allí, pero como le digo, dijo: “Pos ya casi no tengo nada”, dice, “pero vamos”. A los tres días nos dio la carta. No nos fatigamos nada, digo, cuando Dios lo quiere ayudar a uno, de cualesquier modo nos protege. Y veníamos por mes y medio a Yuma y duré tres años allí.
AA: ¿Qué tipo de trabajo estaba haciendo ahí?
IS: Allí en un momento vine a piscar también, la pisca de algodón. Era campo lechuguero, había lechuga, había melón y lechuga, era lo más, tenía esa compañía tenía un rancho allá en Phoenix, dos lugares. Allá nada más íbamos a cortarla, no, no la beneficiábamos y en Yuma sí. Fue desde desahije, la limpia y cortarla, empacarla, ey, sí.
AA: Dígame, descríbame, ¿cómo era un día de trabajo de usted? ¿A qué horas empezaba a trabajar?
IS: Mire, empezábamos en el melón, que es el tiempo orita del melón, entrando este mes de mayo, hasta el día 15 de julio, piscábamos melón sin faldear un día. Allí no había, no había día de fiestas, no había nada, no había domingos, no había nada. Allí a cada cuadrilla le tenían su lugar. El fil [field] que piscábamos este día, mañana teníamos que andarlo de vuelta. Y a las, en cuanto se veía, a las seis de la mañana, ya estábamos a las seis de la mañana, ya estábamos en que, nomás que se viera pa empezar a levantar el melón. El melón, no, no pos el tiempo, el clima de lo caliente que es ahí, de cien, de cien para arriba, a cien quince, cien diez, cien… De cien para arriba. No, no, no había más, muy caliente. Yo el primer año casi andaba entregando el pellejo, sí. Nos daban comida, sí, sí nos daban comida, pero si no se la puede comer, ¿cómo se la come? Si, si…
AA: ¿Por qué no se la podía comer?
IS: Porque el calorón no. Nos daban, nos daban de almorzar a las cuatro de la mañana. A las once del día llegaba el lonche, nos llevaban al fil. A las cuatro, a tres y media, llegaba otro lonche, pero, ¿para qué? Nos querían meter comida a base de pura… Agua sí tomábamos bastante. Pa los que llegué a ver yo que, que azotaban con el calor, ey. Ese trabajo sí. Entonces, hasta que ya no se veía, a veces que no, no le, no, no. Por ejemplo, teníamos que andar todo este el fil que es el, aquí el escritorio. A cada cuadrilla, tenían su field para que todos los días, día a día, a día y no levantábamos todo el melón a veces no lo alcanzábamos a levantar, se maduraba. El saco lleno de melones, cargado en la espalda. Así, porque lo cargábamos por aquí. ¡Híjole!
AA: Por atrás.
IS: Ey. Las bolas de melón así.
AA: Y, ¿en la noche qué hacían? Pos, llegar a dormirse.
IS: Pos llegar y a dormir. Y a las cuatro de la mañana ya estaba en el comedor. Vamos a almorzar y vámonos a… Pa estar al…
AA: Muy pesado.
IS: Sí. Muy pesado. Ese sí fue el trabajo que hice yo más pesado, el desahije.
AA: Dígame, ¿cuándo les pagaban?
IS: Nos pagaban, nos pagaban cada semana en algunos lugares y en otros que cada quince días, pero por lo…
AA: Y, ¿les pagaban en cheque?
IS: En, en cheque, sí. Por lo regular, sí, en cheque, pero yo nunca guardé uno de los talones de los cheques.
AA: Oiga, y, ¿qué hacía con el cheque usted?
IS: Pues, ¡uh! No, no. Está uno muy, muy equivocado, pos lo gastaba en cosas que no, no va.
AA: ¿En qué se lo gastaban? Cuénteme.
IS: Bueno, cuando estaba yo en Yuma… Bueno, lo mandaba, mandaba a mi papá, le mandaba yo la feriecita y a un hermano, sí.
2do: Disculpe.
IS: Y pues, y luego lo gastaba uno, ¿verdad? Te digo, de todos modos en comprar cositas así, ropa y eso, sí. Como un hermano que compró un terreno le presté un dinero también.
AA: ¿Lo mandaba para ayudar a la familia?
IS: Sí.
AA: Dígame, ¿cómo lo trataban sus patrones o los mayordomos que le dicen?
IS: Mire, por primera vez nos trataban, yo con la primer vez y todavía no, no agarré experiencia. Llegamos a un lugar, ése era un contratista de allá de Texas que nos trajo hasta acá a Nuevo México, pero antes de llegar a Nuevo México, pero no me acuerdo cómo se llama el pueblito donde estábamos. Ahí llegamos, era un galerón grande, era de lámina todo, sí. Y el, para aquí, aquí, este es mi lugarcito pa acostarme, pusieron un mecate así que viene siendo así por, como así a devidir. De ahí para allá unos, de ahí para acá otros. No, no, no cobijas, no camita, un colchón, no nada. En el cemento, como, como decir ahí, ahí afuera en el cemento, ¿eh?
AA: ¿Así eran sus habitaciones?
IS: Esa fue la primera experencia que…
AA: Que le tocó mal.
IS: Me tocó mal, ey. Y en otros lugares sí, sí nos daban unas camitas.
AA: ¿Cómo eran esos lugares? , ¿sus cuartos?
IS: Los cuartos, también unas galero[nes], unos galerones grandes como ahí en Yuma. Pero eran de dos camitas encimadas para cada quien. Uno se quedaba aquí y otro arriba. Pero allí, menos mal que si…
AA: Y, ¿alguna experiencia mala con los patrones, dijo que tenía?
IS: Pues en, digo allí en Yuma eran unos filipinos los que…
AA: ¿Sus patrones?
IS: Eran trabajadores, nomás que se creían como dueños. Hacen más los patrones que, que los… Digo, los trabajadores, trabajadores que tenían como especialistas ya allí, ¿verdad? Y en una vez cuando yo ya, ya me empecé a… Pues andaba empezando en la lechuga. Dice un día un, el del comedor, el que nos daba el borde, era un filipino también. Se paró así en la mañana, dice: “El que quiera enseñarse a cortar lechuga, les voy a dar chanza que raitieen a los que ya saben.
AA: Qué, ¿qué? Perdón.
IS: A raitearlo, ayudarle, ayudarles así. Corta un ratito con uno, ayudarle a uno, al que se va quedando atrás y así. Y juimos varios los que quisimos eso, digo, pos, ya estábamos, ya el algodón ya fue el mes de diciembre ya estaba seco, ya estaba helado y se arañaba uno mucho las manos. Entonces andábamos empezando y ándele que andando así del, el fil se iba, se iba a empezar, le dicen calentarlo, cuando estaba apenas la lechuga así, pos agarraba una, de a tres lechugas dejábamos en cada, pa que el empacador ya nomás las agarra las tres y las mete a la caja, lleva uno una burrita así, dice una cartillita. Y este, al agacharme yo, otro que iba allá también raitiando, como de aquí a la esquina dice: “¡Ahí te va! Y me pega por aquí un lechugazo y me valió, digo,…
AA: En la espalda.
IS: No, aquí así en las costillas. Y: “Oye, ¿qué pasó?”. Le dije: “¿Por qué me lo avientas?”. “No, pues pa que ajustes la de atrás, ya tienes una ahí, pa que queden las tres”. Le digo: “Pero, pos tú completa tus tres y yo las tres acá”. Y venía un filipino que era, que fue mi patrón, digo, mi mayordomo, mucho tiempo; se llama Marcos. Le dije: “Marquitos”, dije, “¿está bien que me pegue este?”. Y le dijo: “¿Por qué le pegas? Háblale”, dijo, “y luego pos, pos tú completa, te dice bien, tienes tus tres lechugas, ahí ponlas y él sus otras tres y así”. Le dije: “¿Sabes qué, Marquitos? Yo es primera vez que voy a cortar lechuga, ando, me ando enseñando y quiero enseñarme, pero si es que puedo, saliendo a la orilla, dame mis dos surcos. Yo no quiero raitear, de esa clase menos. Yo quiero enseñarme, porque yo quiero hacer el trabajo por mí mismo, que salga de mí mismo, quesque me ayuden, pero no, no en esa forma”. Saliendo a la orilla me dijo: “Ven, agarra tus dos surcos”.
AA: Entonces, ¿lo querían los mayordomos a usted?
IS: Ése jue uno de ellos que sí.
AA: ¿Tuvo algún problema con algún mayordomo?
IS: Con un mayordomo sí. Al para, a poquito pasar tiempo, andaba un muchacho cercano de donde yo soy y él sabía muy bien el trabajo y me decía; “Júntate conmigo pa enseñarte. Mira, el cuchillo como lo metas a levantar la lechuga, hazle así o así. Nomás le da uno, la agarra uno y le da la volteada y el corte queda más parejito”. Era lo que nos querían que quedara bonito el, todo el trabajo. Y resulta que ese día tuve, tenía días que yo me juntaba con él, porque me convenía, él me ayudaba: “Y hazle así y hazle así”. Él se estaba haciendo pasar allí que no sabía cortar lechuga, pero él sabía todo el trabajo de la lechuga y yo, como le digo, yo andaba empezando. Entonces había hielo y cuando tiene hielo la lechuga, si la toca así, se quema. Hay que dejarla que se caiga el hielo. Pos nos fuimos por allá y ya cuando dijeron: “Vámonos”, ya se me había metido él por allá y ya no me pude juntar con él. Me quedé así a una distancia de como de un… Pos sí, retiradito. Él iba por allá, yo iba por acá. Ya no, pues en el regreso, ya me voy a juntar con él. Y yo como, como había hielo, pos hay que ponerle cama, le dicen cama a la misma hoja que le quita uno a la lechuga, o sea, la mata, nomás la voltea así y cae aquí en la tierra y va uno poniendo las lechugas y se fue un, era un filipino también, se llamaba Carlos, se llamará, se llamaba. Y se fue y ya iba ahí, yo ya me había copinado a la gente, allá iba yo así adelante y el otro allá también adelante. Pero yo quería encontrar, digo, en el regreso. Y se va y iba tentando las lechugas que veía que a la mejor las iba dejando, por eso iba, iba yo recio, pero yo iba haciendo lo último pa, con el regreso juntarme con él. Y yo me quedé parado así y le dije: “¿Qué? ¿Se me viene quedando?”. Dijo: “No”, dijo. “Parece que no vas dejando lechuga buena”. Me dice, empecé a agarrar, levanto una lechuga y la voltea así y sí, sí tenía tierra, donde yo mismo le dije: “Bueno, sí es imposible que a toda la valla tendiendo la hoja pa que no se pegue la lechuga o las alcance la, tierra”. Dijo, dijo: “Dame”. Esa palabra dar de, de raite, de raite así a tu compañero, porque tu compañero no empaca. “El empacador no, viene atrás, porque necesitas darle raite a tu compañero, o sea que vamos los dos cortando lechuga y el otro en medio empacando de un lado y de otro”. Le dije: “Mira Carlos”, dije, “yo en lo que, en lo que tengo ahorita ya de cortar lechuga, yo no he visto que otro se brinque de aquí a aquí, a darle raite a este que va más atrás”, pero sí, cuando salíamos aquí, yo salgo u otro sale, se viene y me encuentra pa dar la vuelta, porque la máquina de las cajas tiene que dar vuelta. Por ese motivo sí, sí vamos bien, pero…
AA: Y, ¿cuál fue el problema entonces?
IS: Entonces, le dije: “Cuando ya salga a la orilla que me veas que salga, entonces sí le doy raite, pero orita no, a naiden le damos raite en lo que vamos aquí. Si voy aquí y él, o si él va a allá”
AA: Y, ¿alguna vez le gritó?
IS: No, no, él me habló fuerte. O sea que cuando le dije: “No, yo no voy a dar raite orita, cuando me veas que salí allá, entonces sí doy raite”.
AA: Pues no fue tan malo el problema entonces.
IS: No, no sí fue, fue grave, porque yo sí me dio coraje y él también se enojó. Dijo: “Pos me vas a dar el cuchillo”. “Y, ¿sabes qué? No te lo doy, Carlos. No te lo doy”. “No, que sí me lo das”. “No, no. ¿Sabes a quién se lo doy? Al que me lo dio, porque es mi defensa pa trabajar. ¿Con qué le voy a salir a aquél? Este cuchillo me lo dieron pa yo lo utilizara, pero de, no te lo doy y no te me arrimes, no te me arrimes”. Y ya no se lo qui… No, no se lo di. Entonces le dije: “Mira, Carlos”, dije, “te lo voy a dar de punta”. “No, que la”. “No, no, no te lo doy”. Y taba la gente, digo, se paralizó la gente. Tonces se viene el señor, se llamaba Miguel Gallo. Dije: “A don Miguel sí se lo doy”. Viene y dice: “Oye Carlos, ¿qué traes con este?”. “Pos me le quiero quitar el cuchillo”. Dijo: “Pero, ¿cómo se lo vas a quitar si yo se lo di? Él te está diciendo bien, que a mí sí”. “Tenga don Miguel, a usted sí le doy el cuchillo porque usted me lo dio pa trabajar, no pa dárselo a éste”. Dijo: “Mira Carlos”, dijo, “tú orita si yo quero yo, eres mayordomo aquí, mayordomillo que te traíamos ahí de casi de lástima, pero el trabajo lo hace mejor él que tú”. Entonces: “Tenga don Miguel. Dice que me va llevar a La Asociación. Orita mismo que me lleven y aquí está. Gracias, don Miguel”. Y ese problema sí, sí lo tuve fuerte. Digo, yo me dio coraje, me dio coraje y yo. Digo, pero estaba nuevo yo, que me podía mover. Sí y no, cuando… o de poca experiencia, pos la experiencia la quise agarrar, pero no, digo, qué bueno que nomás hasta ahí llegó.
AA: Bueno, señor Serna, ya para terminar la entrevista, dígame, sus recuerdos de haber sido bracero, ¿son positivos o negativos?
IS: Pos son positivos por la forma que pues, de seguro me gustó, digo, andar en eso. Había, había de todos, como siempre, pero no, no tanto, tanto pa odiarlos, no, no. Pos, digo, nos ayudábamos poquito, desde… Nos pagaban lo que ellos querían, pero pos tábamos de acuerdo, yo creo. Sí, no, no, negativo no.
AA: ¿Cómo cambió el haber sido bracero su vida?
IS: No le entendí.
AA: ¿Cómo cambió? ¿Cómo cambió su vida al haber sido usted bracero?
IS: Pues, bueno, por una parte cambió el modo de ser, de saberme comportar más con la gente, porque así de amistades agarré por dondequiera, oiga. Y, pues sí sirve, sirve de mucho. Se sufre, pero a veces se aprende también y queriendo aprender, aprende uno, ey. Las malas, pos ésas no las contamos, pero debemos de contar las buenas y las malas también.
AA: Exacto. Bueno, señor Serna, muchas gracias por la entrevista y muchas gracias por toda la información y su tiempo y por haber venido tan temprano.
IS: No, no, pues desde ayer me tocaba, nomás que ayer… (risas)
AA: Así es. A veces no se puede.
IS: Sí.
AA: Bueno, muchas gracias.
IS: Ándele pues.
Fin de la entrevista
Interviewer
Acosta, Anais
Interviewee
Serna Gallardo, Ignacio
Location
San Bernardino, CA
File Name Identifier
Serna_Gallardo_SANB018
Citation
Acosta, Anais and Serna Gallardo, Ignacio, “Ignacio Serna Gallardo,” Bracero History Archive, accessed November 28, 2024, https://braceroarchive.org./items/show/390.