Agustín González Flores
Title
Agustín González Flores
Description
Biographical Synopsis of Interviewee: Agustín González was born on August 28, 1928, in Pueblo Nuevo, Durango, Mexico; he had thirteen siblings; the spreading rumors of first time braceros making a substantial amount of money along with his brother’s insistence led him to enroll in the program in 1943; he worked in California and Texas, picking cotton, lemons, and oranges.
Summary of Interview: Mr. González briefly recalls his family, childhood, and early adolescence; the spreading rumors of first time braceros making a substantial amount of money aroused his curiosity in the bracero program; in 1943, he and one of his brothers enrolled in the program; together they went through the contracting center in Chihuahua, Chihuahua, México; he describes the official documents that were required, the humiliating medical exams they underwent, and how some of the men suffered from cold and hunger while waiting outside of the center; the guards at the center were also particularly cruel and even killed some of the men; from the center in Chihuahua, he and his brother were transported to the reception center in El Paso, Texas, by trains in cattle cars; as a bracero, he worked in California and Texas, picking cotton, lemons, and oranges; he goes on to describe what daily life was like on the farms, including work, wages, contracts, housing, food, weekend outings, and the relationships between the braceros and their American employers; in addition, he comments that he and other braceros were often discriminated against by Mexican-Americans; he concludes that his memories of the program are both happy and sad, but even so, he is proud to have been a bracero.
Summary of Interview: Mr. González briefly recalls his family, childhood, and early adolescence; the spreading rumors of first time braceros making a substantial amount of money aroused his curiosity in the bracero program; in 1943, he and one of his brothers enrolled in the program; together they went through the contracting center in Chihuahua, Chihuahua, México; he describes the official documents that were required, the humiliating medical exams they underwent, and how some of the men suffered from cold and hunger while waiting outside of the center; the guards at the center were also particularly cruel and even killed some of the men; from the center in Chihuahua, he and his brother were transported to the reception center in El Paso, Texas, by trains in cattle cars; as a bracero, he worked in California and Texas, picking cotton, lemons, and oranges; he goes on to describe what daily life was like on the farms, including work, wages, contracts, housing, food, weekend outings, and the relationships between the braceros and their American employers; in addition, he comments that he and other braceros were often discriminated against by Mexican-Americans; he concludes that his memories of the program are both happy and sad, but even so, he is proud to have been a bracero.
Creator
Martínez, Laureano
González Flores, Agustín
Date
2003-05-30
Subject
Bracero
Rights
Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso
Language
spa
title (Spanish)
Agustín González Flores
creator (Spanish)
Martínez, Laureano
Rights Holder
Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso
Online Submission
No
Original Format
Mini Disc
Duration
1:14:00
Bit Rate/Frequency
24 bit
96 k
96 k
Transcription
Nombre del entrevistado: Agustín González Flores
Fecha de la entrevista: 30 de mayo de 2003
Nombre del entrevistador: Laureano Martínez
Esta es una entrevista con el señor Agustín González Flores, en la ciudad de Durango, Durango el día 30 de mayo de 2003. Conduciendo la entrevista para el Proyecto Bracero del Instituto de Historia Oral de la Universidad de Texas en El Paso, Laureano Martínez.
LM: Muy buenas tardes don Agustín ¿Cómo esta?
AG: Bien.
LM: Don Agustín, me gustaría que me platicara para comenzar esta entrevista, ¿dónde y cuándo nació usted?
AG: Nací el 28 de agosto de 1928. En el Mil Diez.
LM: ¿En El Mil Diez?
AG: ¿Sí sabe, allá El Mil Diez?
LM: ¿En la sierra?
AG: Acá a un lado de El Salto.
LM: Mil Diez, Durango, ¿verdad?
AG: Ándele.
LM: Municipio, ¿de dónde es?
AG: Pueblo Nuevo.
LM: Pueblo Nuevo.
AG: Pueblo Nuevo, Durango.
LM: Muy bonito lugar.
AG: Sí señor.
LM: ¿Cuántos años tiene, don Agustín?
AG: Ahora verá, pues saca la cuenta del [19]28 para acá, ¿cuántos Goyo?
2do: Vienen siendo setenta y dos.
LM: Setenta y dos años.
2do: Setenta y cuatro años, más.
LM: ¿A qué se dedicaron sus padres, don Agustín?
AG: Pos mi jefe hacía antes, muy allá, durmientes.
LM: Durmientes.
AG: Durmientes, madera pues, madera tecolacha(??), con la hacha. A eso, pues no había de otra…
LM: ¿Para las vías del tren?
AG: Ándele, ándele.
LM: ¿Sí?
AG: Para las vías del tren, ey. Más madera así vigas, era lo único, lo único trabajo y nosotros así empezamos también. Él nos enseñó a hacer madera con la hacha. Y pues ese era onde sacaba uno su vida antes, sardinero, también fue mi padre a tumbar pinos con sardina.
LM: ¿Cómo se llamó su papá?
AG: Pedro González.
LM: Y, ¿su mamá?
AG: Romero, Petra Flores.
LM: ¿De dónde eran ellos?
AG: Mi padre, pos nos decía, que él había nacido aquí en el, ¿cómo se llama?
2do: Te habla mi [p]apá.
AG: ¿Cómo se llama aquí oiga pal lado de, adelante de Sombrerete?
LM: ¿Cómo esta?
AG: El Calabazar.
LM: ¿El Calabazar?
AG: Ahí nació mi padre. Y mi madre, pos, ¿no te acuerdas?
2do: No.
3ra: No, en El Nayar, en El Nayar, ella.
AG: ¿Ella del [El] Nayar?
LM: Del El Nayar.
2do: Sí.
3 ra: Su mamá de él.
LM: Muy bien.
LM: ¿Cuántos fueron ustedes de familia?, ¿cuántos fueron de familia?
AG: ¿Nosotros?, ¿de mi padre?
LM: Ajá.
AG: Pues ahora verá. Mire, el primero fue Ángela, uno, Ángela y luego Gregorio. Gregorio, Juanito, Anselma.
LM: Anselma.
AG: Anselma, Teodora, otra hermana. Teodora y luego Antonio, Antonio, ¿quién más? Genoveva y luego yo. Fuimos muchotes.
LM: ¿Sí?
AG: Luego yo.
LM: Ocho con usted.
AG: Ocho, espérese, todavía no. Ocho conmigo, ahora verá. Luego Rodriga, Juana, Abel, Alcaria, nomás, nomás, sí.
LM: Doce.
AG: Doce de familia.
LM: Y usted fue el número ocho.
AG: Sí.
LM: El ocho, de los más grandes.
AG: Sí, oiga.
LM: Pos bueno, muy bien. Así que a eso se dedicaba su papá, ahí a la…
AG: Sí, pues hacía maderita y pues nosotros le seguimos igual, igual su ejemplo, ya ve sigue uno el ejemplo de su padre.
LM: ¿Fue a la escuela, don Agustín?
AG: Pues muy poco, oiga. Nos apedreaban, el que iba, estábanos [estábamos] en El Salto en ese entonces. Y pues no, más bien nos hicieron correr de la escuela. Sí, nos apedreaban pero duro, pedradonas que nos echaban, ya, pues llegábanos llorando y pues: “Ya no queremos ir”. Y poquito fui a la escuela yo. Sí fui el más bien, pos escribo mi nombre. Porque lo aprendí acá solo, solo, sí.
LM: ¿Sabe leer?
AG: Pos poquito, oiga, poquito.
LM: Poquito.
AG: Pa decir la verdad poquito.
LM: Y, ¿de qué edad empezó a ayudarle a su papá?
AG: No, pos de chiquito, oiga, de chiquito. Más o menos, él me compró una hachita, una hachita chiquita y como de unos ocho o nueve años. Fíjate, empecé yo a quitarle la cáscara a los árboles. (risas) Pelaba pilotitos así, de veinticinco pies, sí. Desde entonces le empecé… Le dejaba una ramita a mi padre, unas ramitas pa que volteara. Y luego chiquillo, chiquillo, el pilotito que, se llamaban pilotos. Sí, muy chico, muy chico empecé yo a navegar.
LM: Cuénteme un poquito, ¿cómo es ese lugar el Mil Diez, cómo es?, ¿cómo es el lugar dónde usted nació?
AG: Bueno, el Mil Diez, ¿no conoce bien, verdad?, ahí.
LM: Poquito, pero…
AG: Pues mire, hasta allí el Mil Diez, se llama el Mil Diez porque hasta allí llegó la vía. Qu[i]ere decir, que los kilómetros, o, ¿qué sería?
LM: Yo creo.
AG: Hasta allí llegó la vía y por eso le pusieron el Mil Diez. Ah, pues es el kilómetro, ¿verdad?, mil diez, el kilómetro, sí. Pues hasta allí llegó.
LM: ¿Hay río?
AG: Sí, hay un arroyo. Un arroyo que siempre lleva agua, ahí.
LM: ¿En la sierra están meramente en el corazón de la sierra?
AG: Sí, más o menos sí, en un lado de El Salto. Y tiene madera y ahí sierra, pinos, sí. Y tiene un, ahorita hay un aserradero, en ese entonces que yo nací allí pues no había nada, yo creo, oiga. Más de pilas de durmientes, porque sí, sí le digo que llegaba el tren hasta ahí nomás y de ahí se regresaba.
LM: ¿Vive mucha gente por ahí?
AG: Pues más o menos, ahorita sí más o menos, pero en ese entonces no, oiga. Unos tres, cuatro de (ininteligible) y como ahí acarreaban la madera, ¿verdá?, sería animalitos, no sé decirle cómo. Yo estaba muy chico ahí entonces, muy chico. Y empecé a crecer y fue cuando ya pues se salió mi papá de todos modos de allí y a hacer madera de la sierra y todo eso.
LM: ¿Cuál fue su primer trabajo de paga?
AG: Pues ese, la maderita.
LM: La madera.
AG: Hacíanos [hacíamos] postes, durmientes y de ahí haga de cuenta yo empecé a agarrar así centavitos, que ya crecimos y seguimos en la madera, ya delante no había seguro, no, nunca tuvimos nada de eso, nunca, nosotros pues.
LM: Claro.
AG: Y ya le digo, pos así yo nací allí en el Mil Diez. Pero como le digo, pues no vivíamos más de puras, en ese entonces puras pilas de durmientes, que hacía la gente.
LM: ¿Se acuerda cuánto le pagaban?
AG: Bueno, no, no me acuerdo. Entonces mi [p]apá era el que trabajaba ahí, él era el que hacía. Nosotros hasta después ya cuando más grandecitos, no me acuerdo cuál. Quién sabe cuánto le darían a mi apá cuando yo le ayudé a hacer los pilotitos, a hacer pilotes. No sé lo que le darían a él porque pos yo, hacía unos dos, tres y él era el que cobraba.
LM: Oiga, don Agustín, cuénteme, cómo fue que se metió en eso de los braceros usted.
AG: A le verá, pues supimos. Ya ve que se llega el rumor, [es]taba precisamente yo en El Salto, no en el Mil Diez, en El Salto viviendo, ahí en un ladito y ya nos dijeron: “Oye, [es]tan contratando y pos, dicen que se gana mucho dinero”. (risas) Y pues así fue la cosa, oiga, entonces ya nos venimos aquí y nos contrataron.
LM: ¿Se vino solo usted o con quién se vino?
AG: Pos es un hermano el que me decía y bueno, un año sí estuvimos juntos yo y él, por allá esta. Él ahora vive en la colonia, ¿cómo se llama?, esa, donde…
3ra: Domingo Rivera.
AG: Domingo Rivera, ándele, allá vive él. Y él fue el que me, me dijo: “Vamos”, dice, “vamos a ver cómo nos va”. Pos nos fuimos, fuimos.
LM: ¿Cómo era que los contrataba aquí?, ¿qué les pedían o qué tenían que traer?
AG: Pos ahí lo verá, nos pedían la acta de nacimiento y luego pos como era en Chihuahua, todo nos preguntaban, oiga. Teníamos que llevar la acta de nacimiento y nos preguntaron dónde nacimos, también porque ahí en Chihuahua se quedaban pos en todas partes admiradas, de que [d]onde había nacido, fue lo que me preguntaban a mí. (risas) Y se ríen las secretarias, oiga, dije yo: “¿Cómo va a ser el Mil Diez?”. “Sí”, le dije, “es un ranchito chiquito, hasta ahí llegó la vía y por eso le pusieron el Mil Diez. El kilómetro mil diez”. Y ya le digo, así nos fuimos, fuimos la primer vez yo y mi hermano; trabajamos juntos en Pecos, creo que estuvimos.
LM: Pecos.
AG: En Pecos, Texas.
LM: ¿Ahí en el algodón o qué?
AG: Sí, ahí en el algodón, ande, un sufrimiento tremendo, pues es que no sabe de uno piscar.
LM: Era difícil.
AG: Sí, la dolencia de cintura y todo eso, puro navegar y después me tocó en Dell City.
LM: En Texas.
AG: Sí, como unos tres años.
LM: Vamos a regresarnos cuando se vino de El Salto aquí a Durango, ¿lo apuntaron en alguna lista?, o, ¿cómo fue?, ¿a dónde se fue?
AG: Ah, sí, sí. En una lista nos, cuando nos echaron de aquí de Durango a Chihuahua, en una lista.
LM: ¿En qué se fueron a Chihuahua?
AG: En autobuses, oiga, nos echaban en autobuses. Sí, en autobuses y llegábanos y de ahí nos echaban en el tren.
LM: ¿Cómo era ese lugar donde llegó en Chihuahua? Ahí el centro de contratación, ¿cómo era?, ¿se acuerda?
AG: Pos era junto a la vía, oiga. Ahí nos arrimaban junto a la vía del tren.
LM: ¿Estaba grande el lugar?
AG: Pos más o menos, sí. Pues había muchísima gente, mucha gente. Y a veces hasta la mataban los pobrecitos porque el ansia, a veces ya, llevábamos poquito dinero y no nos aguantaba pa cuando nos, todo lo que nos tenían allí.
LM: ¿Cuánto lo tuvieron ahí?
AG: Pos a veces nos tenían hasta los quince, veintidós días, oiga, sí. Con hambre a veces, hambre y no nos tocaba salir. Y pos salíanos por ahí a ver, a partir leña, para poder sacar pa una tortillita y aguantar, aguantar ahí.
LM: Y, ¿dónde se quedaban?
AG: Ahí en la vía, oiga. Casi ponían los durmientes de cabecera, sin cobijas y sin nada. No, no, una cosa triste.
LM: Es triste.
AG: Sí, cómo no. Mucha gente, claro, yo no digo que todos, mucha gente a lo mejor tenía familiares, algún familiar ahí en Chihuahua y se podían ir a las casa, pero no, uno no. Ahí mero nos quedábanos [quedábamos] con un frío, pues a tiemble y tiemble. Y luego con hambre, no crea, fue cosa triste, sufrimos, más bien sufrir que gozar, sí.
LM: Y, ¿qué es lo que lo hizo animarse a irse a Estados Unidos?
AG: Pues es que no, no sabe uno, no sabe pos, la cosa que cuentan aquí, ¿verdad?, que mucho dinero y que mucho dinero. Y eso fue lo que nos animó, dijimos como que era, pues si nos va bien. Bueno a muchas personas sí les iba bien, oiga. Pa qué va a decir uno que a todos, a mucho sí se socorrían, ganaban su dinerito y allá donde estaba pues lo hacían más o menos. Hasta eso, como le digo, allá dentro pos pa qué se queja uno. Pos sí nos tenían las estufitas y todo onde andábamos piscando, nos pagaban nostro [nuestro] dinerito, lo poco o mucho que ganábamos y ya comprábamos nosotros nostra comidita para hacernos nosotros mismos allá.
LM: Oiga, don Agustín y luego ya de que estaban ahí quince días, que les hablaron, ¿qué pasó ahí en el centro de Chihuahua?
AG: Ah, pos ya nos echaron en las jaulas del tren.
LM: Pero, ¿le hicieron unos exámenes antes?
AG: Ah, sí.
LM: ¿Cómo fueron los exámenes?
AG: Pos ya lo verá, mal, nos encueraban de a tiro, a munchos [muchos] así, oiga. Y ahí vamos a vernos pos acá atrás, que a ver si no teníanos [teníamos] almorranas y acá adelante que no fuera uno así enfermo. No, no, no, así era, nomás era cosa que, no.
LM: ¿Qué sentía usted?
AG: No, no, pues mal y luego ahí iba mi hermano. Pues no crea, de todos modos poquillo respeto que sea, pos antes había un poco de respeto no, no podía uno ver sus parte de sus hermanos, ni uno quería que viera y pues no tiene remedio, ahí vamos cerquitas unos de otros, en hilera.
LM: Fíjese.
AG: Nomás viera, no, no, era cosa triste. Y que: “Ábrele y ábrele”, y qué, “recio”. Y no pues ahí nos espulgaban tanto atrás, de nostras partes, como acá adelante y ya cuando llegamos allá.
LM: ¿Eran mexicanos o eran americanos los doctores?
AG: No, no, los de aquí de Chihuahua, oiga, sí, sí. Ya onde hay americanos es onde pasamos ya a El Paso.
LM: Claro.
AG: ¿Verdá? Que también nos revisaron, ahí nos sacaron la sangre.
LM: A ver.
AG: Y ahí se desmayaban munchos.
LM: ¿Sí?, oiga.
AG: Sí, nos sacaron un tubote así, oiga, de sangre y yo pues me ponía triste, dije: “Yo voy a ser uno de los que me voy a desmayar”. Pues, sí, estaba flaco y débil y todo y sin comer que íbamos casi.
LM: ¿En qué año fue cuando se contrató la primera vez?
AG: Ya lo verá. ¿En qué año sería?, ¿tengo las micas oye?, ¿no? Pues si de todos modos en las micas se sabe.
LM: Claro.
AG: ¿Verdad?
LM: O, ¿cuántos años tenía?
AG: Ándele.
LM: Si quiere ahorita vemos eso.
AG: Sí, las micas, sí, las micas.
LM: ¿Pero estaba joven usted?
AG: Pues más o menos, sí, fuertón, sí, de unos…
LM: ¿Por ahí del [19]50?
AG: De treinta años, de unos treinta años más o menos, veintiocho o treinta años.
LM: Y cuénteme, cómo fue el viaje de ahí de Chihuahua a El Paso.
AG: No, no pues, en las jaulas esas del tren nos llevaron.
LM: Fueron en el tren.
AG: En el tren. Nos bajamos allá y ya nos metieron.
LM: ¿Estaban limpias las jaulas?
AG: No, no, qué limpias, estaban llenas de lodo, de vaca de donde se…
LM: De estiércol.
AG: Sí, de estiércol, estiércol, sí. Como tan grueso así, ahí íbamos sentaditos.
LM: Como un pie.
AG: Todos llenos de estiércol, de zurrada de vaca.
LM: ¿Se le hacía triste eso?
AG: Pues sí, fíjese. Ya voy ta muy mala, bueno, pero ya íbanos y que íbanos a ganar dinero de a dólar y no. Ya le digo y ya nos bajábanos, siempre llegábanos en la madrugada y ya entrábanos y a sacarnos la sangre.
LM: Les sacaban sangre.
AG: Sangre y nos sacaban sangre y de ahí nos pasaban a otra parte y ya nos contrataban a donde nos iban a llevar.
LM: ¿Recuerda que le hayan inyectado?, ¿qué le hayan puesto alguna vacuna?
AG: Sí, creo que sí, parece que me acuerdo que sí nos pusieron vacuna y no[s] registraban todo, pues que no fuéramos enfermos.
LM: ¿Otra revisión?
AG: Ey.
LM: ¿De todo?
AG: De todo.
LM: ¿Igual, los desnudaban?
AG: Ey, mal no crea, todo eso era triste pero ya íbanos, ya de ahí ya cuando nos contrataba la gente, entonces sí ya nos íbanos. El que iba sano y todo, y el que se desmayaba, pues ahí se quedaba un rato y pues sabría Dios hasta el otro día.
LM: ¿Ahí los médicos sí eran americanos?, ¿eran gringos los médicos?
AG: Sí, allá dentro allá sí, ya muy distinto ya otro modo. Porque hasta nos decían aquí en Chihuahua: “Bueno y, ¿qué van a hacer hombre, qué van a hacer, pos qué andan buscando ustedes hombre?”. Y aventándonos y llegaron a matar gente ahí, fíjese.
LM: ¿Sí?, oiga.
AG: Pero no era que los mataran, es que la pobrecita gente ya con la hambre se arrimaba a ver si le tocaba la salida y nada, se venían un montonón y les ponían los fusibles [fusiles]. Sí, de aquí yo me di cuenta que mataron como unos dos ahí. Pero casi se mataba uno solo, uno solo con la ansia.
LM: ¿Eso fue en Chihuahua?
AG: En Chihuahua.
LM: Chihuahua.
AG: En Chihuahua. Sí, una cosa triste, no crea. Ahí veíamos nosotros, no, ni nos arrimábamos. Ni nos arrimamos, no a qué se arrima uno, pero como le digo, uno mismo tenía la culpa porque pos se aventaba uno, los de atrás era así mire de gente, muchísima.
LM: ¿Un hervidero de gente?
AG: Sí, muchísima gente, una cosa triste.
LM: Y luego, ¿de ahí a dónde lo mandaron, don Agustín?
AG: Pues fue cuando le digo que estuvimos en Pecos.
LM: En Pecos.
AG: Sí, en Pecos nos, ya nos dieron trabajo ahí y después, que me acuerde yo fue en Dell City. Ahí mismo de…
LM: ¿Les daban de comer?
AG: Sí, pues, la comprábanos. La comprábamos nosotros con lo que ganaba, lo poquito que ganaba.
LM: ¿Dónde vivían?
AG: En, ¿cómo le nombran? Nos ponían este…
LM: ¿Barracas?
AG: Barracas, ándele, barracas, sí. Estufitas y todo eso tenían las barracas.
LM: ¿Estaban más o menos amuebladas?, ¿estaban bien amuebladas?
AG: Pues la camita nomás, no, no crea que muy bien, pero pues más o menos. Bueno, ya de ahí de todos modos cambió porque pues ya uno, si las arreglaba pos taba limpio y si no, pues sigún [según] el cristiano, ¿verdad?
LM: Claro.
AG: Teníanos que barrer nosotros la… Donde nos tocaba, ahí.
LM: ¿A qué horas empezaban a trabajar?
AG: No, pos nos levantaban temprano, sí, temprano y unos ni almorzaban, el que era flojito, no señor, nosotros hacíanos nostro lonche, en la noche, en la noche. Nostras tortillas de harina, con lo que le echábamos, ¿verdad? Y ya alistábanos en costalitos de los de harina de cinco kilos, ándele. En esos llevábanos nostro lonchecito y todos todos, y, como le digo, el que era flojito que no hacía su lonche, que llegaba cansado o alguna cosa. No, se iba mangoneando hasta con las sacas del algodón que piscaban, con los huaraches en la mano, no una cosa tremenda. Y fíjese, esos nos robaban el lonche a nosotros, allá onde andábamos en los files [fields] de algodón, varias veces nos robaban el lonche y pues, oiga, muertos de hambre nosotros sin tener culpa. Mire, navega uno mucho, el primer lonche que nos robaron, me dijo a mí el compañero, porque se junta uno con amigos, así que ve más o menos, le dije: “Oiga, ya me dio hambre Félix”. “Vaya y tráigase el lonche”. No, pobrecito, anduvo por allí y por acá y cuál lonche, dice: “No hay nada, Agustín”. “¿Cómo que no hay nada Félix?”. “Sí, no”, dice, “no hay nada”. “Ay, ¿ahora qué vamos a hacer?”, fíjese, “y tenemos que trabajar y sin comer”.
LM: Claro.
AG: No, pos puro navegar, oiga, navegar, navegar de a bola y pues se ríe uno y todo tiene uno presente. De lo que, ¿cómo hizo?, ¿cómo le… ¿Qué es lo que pasó y todo? Y nos reíamos más y era el miedo que llevábamos, porque mucha gente ya ve cómo es, que teníanos que trozar un plátano verde. Nos decían y era lo que nos asustaba más, nombre pero, ¿cómo van a hacer eso con nosotros? No, no era cierto, no era cierto, pura cosa de gente que…
LM: Nomás vacilaban.
AG: Sí, que platicaban así oían y no. No, no era cierto, hay que decir lo que es nomás, sí.
LM: Pero sí le dieron buen susto.
AG: Sí, cómo no, pues, ¿cuándo?, oiga. (risas)
LM: ¿Cómo es ese trabajo del algodón, don Agustín?, ¿cómo lo hacían?
AG: No, no pues, como nosotros no sabíamos, ¿verdad?, sabíamos, ni conocíanos [conocíamos] casi el algodón. No, pos son puros capullos, son puros capullos que tiene que irlo piscando, nomás no se pone listo y acaba usted con sus aquí mire, esto de aquí.
LM: Lastimados los dedos.
AG: Sí, donde pica el capullito, ¿verdad?, donde tiene que sacar usted el algodón del capullo y no, pues es cansado, es tremendo, tremendo. Que hay mucha gente que qué buena para piscar, oiga. Ahí con nosotros había como unos cuatro o cinco número uno ahí, chulada de hombres que trabajaban y a mí me decían, porque yo me descontrolaba, me desconsolaba: “No, no se desconsuele, ahorita le agarra al rato hombre, échele nomás ganas y verá”. Ah, no, pues sí, no es más de hacer la lucha uno y de que y póngase listo con esto todo me decían ellos, sus dedos que se los…
LM: Ah, muchas gracias.
3ra: Tenga.
LM: Gracias.
AG: Se le acaban a uno sus dedos de aquí, mucha sangre.
LM: Claro, gracias.
AG: Sí, señor.
LM: Es duro.
AG: Ey.
LM: ¿Cuántas libras piscaba usted?
AG: No, pos al principio, llegué a, me acuerdo, creo doscientas, o trescientas libras. Era lo que sacaba en el día y otros no, quinientas, oiga, era lo que… Anda chulada, buenos pa piscar.
LM: Parecían maquinas.
AG: Nomás que hay mucho modo de piscar y claro le agarran a uno, mucha bola verde, para que pese el algodón, envuelta, se envuelve.
LM: Se envuelve.
AG: Los vía [veía] yo que le envolvían en el algodón la bola, sí, verde, verde y no, pues…
LM: ¿A usted le tocó?
AG: Como en todos los trabajos, ¿verdad? Y uno no, pues como no sabe. Dice pues a lo mejor nos van a correr, pues limpiecito el algodón, limpiecito y no le rinde mucho a uno.
LM: ¿A cómo les pagaban, se acuerda?
AG: No me acuerdo, oiga. No, no pues baratón, baratón, no crea, sacábanos poquito, no, yo pues, me acuerdo que sacaba poco, poco dinero.
LM: ¿De cuánto le dieron su contrato?, ¿cuántos días?
AG: Eran cuarenta y dos días me parece, sí, más de mes, más de mes, cuarenta y dos días.
LM: Cuarenta y dos días.
AG: Sí, contratos.
LM: ¿Tenían mayordomo ahí?
AG: Sí, sí había mayordomo, pues él era el que nos cuidaba. No, hasta eso ahí no, no hubo, porque yo me fijo que en otras partes hasta los golpean, pero no, ahí no, no, no. Lo que a mí me tocó yo no tengo que decir de, le digo que acá afuera era donde estaba el martirio con nosotros mismos, sí, nos aventábanos [aventábamos].
LM: ¿Cómo era?, Cuénteme todo eso.
AG: Gente, pues gente de aquí así grandotes, mal encachados, nosotros no les decíamos nada. “¿Qué vienen a hacer acá ustedes?”.
LM: ¿Los mismos mexicanos que vivían allá?
AG: Y el gringo no, pues ellos, como no habla, habla a su manera, ¿verdad?, pues ni le entiende uno. Pero a señas, ya de perdida nos palmeaban y pues ellos.
LM: ¿Se portaban bien?
AG: Más o menos, sí.
LM: Pero los otros.
AG: No, cuidado acá los mismos de nosotros, somos duros, malos. Pues no, yo de algún gringo no, ni pa qué hablar. Buenas gentes, ¡qué va! Como le digo, pues ellos nomás se ríen con nosotros, y pues claro, en palmearnos nosotros sentíamos…
LM: Se sentían bien.
AG: Alegría.
LM: Apoyo.
AG: Apoyo con ellos, de los meros buenos, pos que son los gringos. Nosotros somos malos, no crea, algunos, bueno, no todos, ¿verdad?, pero sí habemos cristianos malos aquí entre nosotros, más malos que allá en Estados Unidos.
LM: Sí, sí hay algunos.
AG: ¿Verdad?, oiga.
LM: Ajá.
AG: Sí, hay de todo, gente mala, orgullosos. Siendo de los mismos hermanos de nosotros, sí, malos, malos.
LM: Oiga, don Agustín y, ¿qué días trabajaban?
AG: Pues nomás nos daban el puro domingo para el manda[d]o. El sábado nos llevaban, me acuerdo yo como al medio día, sí.
LM: ¿Les pagaban en cheque o les pagaban en efectivo?
AG: En efectivo, en efectivo, sí. Nos daban dólares, sí.
LM: ¿Sumaban todas las pesadas o cómo?
AG: Sí, ándele, sí. Iba usted con su bolsa y se la pesaban y ya le daban lo que pesaba más o menos. En la tarde, en la tarde, usted trabajaba todo desde temprano, todo el día, todo el día y el señor estaba checando ahí, ya le daban sus pesadas en la tarde.
LM: ¿Usted también anotaba?
AG: Sí, también, sí. Y ya lo que salía, pos no me acuerdo bien si nos pagaban todos los días o cada ocho días, los sábados. Pero más bien los sábados yo creo, sí.
LM: Y ¿qué hacían con el dinero?
AG: Pos no, pues a veces lo manda uno, poquito pa acá y su comidita. Y ya cuando va uno cerca, pues guarda para venirse pa traer algo, no crea que hacíanos gran cosa, no.
LM: ¿Por qué?, ¿era muy poco el tiempo o por qué?
AG: Sí, porque era poquito lo que nos llevaban. Muchos se quedaban, oiga.
LM: ¿Sí?
AG: Sí, como a mí me tocó quién sabe si a usted le tocaría conocer a un Pedrito Rojas, eran de aquí de Durango ellos, pero tenían sus tierras y todo eso de ahí de Guadalupe Victoria. Más o menos en el… Cuando fuimos, porque él también fue allá. Él fue con nosotros, taba más o menos de su edad. Ey, más o menos.
LM: Mire.
AG: Y ahorita está en Guadalajara.
LM: En Guadalajara.
AG: Pero él se quedó, él me decía, me decía Pedrito: “Quédese Tin”. Muy buen amigo, no agraviando.
LM: Gracias.
AG: Este: “Quédese, al cabo no crea que es trabajoso”. Porque yo sabía trabajar en el tractor ya, en el tractor, desvarar y todo eso. “Fíjese, nos quedamos a trabajar en eso”. “No, Pedrito, yo ya me voy”. Y él se quedó allá. Y duraban más tiempo, quizás ahí les arreglaban los patrones, ¿verdad?, para que se quedaran, pero nosotros nos veníamos porque no se aguantaba el frío, oiga y un aire y frío de a bola. “No, no”, dice, “a ver cómo le hacemos”, me decía Pedrito, él quería que me quedara de compañero con él.
LM: ¿Los mismos patrones les decían?, o, ¿cómo le hacían?
AG: Pues uno les decía: “Yo quero [quiero] quedarme”, ¿verdad? Y es, pues agarran más confianza y a veces hasta por eso les arreglan, ¿verdad?, según la confianza que tenga usted con el patrón y que lo vean que es trabajador algunos hasta le arreglan sus papeles para…
LM: Así le arreglan.
AG: Ey.
LM: ¿Alguna vez se quedó usted?
AG: No.
LM: Después de su contrato.
AG: No, no, pues nomás esa vez me hacía la lucha él, de que nos quedáranos después del contrato. No, pues no, no quise, no quise, no quise.
LM: ¿Y se vino de…?
AG: Sí, pues se viene uno [a] navegar aquí también, a sufrirle a, en lo que hay.
LM: Cuando se regresaba, ¿en qué trabajaba?
AG: Pues, a veces de ayudante de albañil, a hacer mezcla, a veces de ayudante en los camiones y pos puras cosas que, pos onde lo ocupan a uno, oiga.
LM: Y después, ¿se volvió a ir otra vez?
AG: Sí, se iba uno, pues no lo trataban bien, pero seguía uno, le gustaba ver los centavitos, de todos modos es un centavos más allá lejos, sí.
LM: De cualquier manera…
AG: Sí, de cualquier manera. Como sea le va mejor a la gente que aquí, pues ya ve aquí se gana uno, como yo ahorita, ya si me pusiera a trabajar o que me ponga a trabajar de velador, me quieren pagar hasta $300 pesos, $400.
LM: A la semana.
AG: A la semana, fíjese. Bueno, como ahorita yo y la señora ya estamos solos, ya aquí ya como quien dice nomás estamos cuidando a nostros hijos, porque tenemos dos allá en el otro lado, allá están.
LM: ¿Dónde están sus hijos?
AG: Ya tienen tiempo.
LM: ¿En dónde?
AG: Uno está en Los Ángeles y otros están allá en este, ¿cómo se llama?, onde nieva mucho, oiga.
LM: Chicago.
AG: Dice que nieva muchísimo por allá.
LM: Sí, pues yo creo por allá. Muy bien, ¿en qué año se casó usted, don Agustín?
AG: En el, ahora verá, pues me casé chico, porque esta es la segunda mujer. (risas) Y yo me casé como de quince años, oiga.
LM: Oiga, muy joven.
AG: ¿En qué año sería?
LM: Pues si nació el [19]28, ¿como el [19]43?
AG: Sí, más o menos. Y eso a la fuerza, nos casamos oiga, a fuerza.
LM: ¿Por qué?
AG: Es que, nos decían, por este, ¿cómo le quero explicar yo la cosa esa?, éramos estos, teníanos que marchar. ¿Cómo les dice?
LM: El servicio militar.
AG: Ándele. Entonces nos decían, nos decían que iba a haber una bola negra y una blanca, que al que le tocara la negra se iba a ir a acá, quién sabe a dónde se los llevaron para allá al…
LM: Al cuartel.
AG: No, no, no, no, a las islas.
LM: A las islas.
AG: A las Islas Marías.
LM: Válgame Dios.
AG: Y andábamos bien asustados, y decían que el que estuviera casado podía salvarse, oiga, pos nos soltamos chiquillos. (risas) “Ay, no, pues hay que buscarnos una novia, no tiene remedio”. To[da]vía ni la podíamos mantener, pero pues, por lo asustados que andábanos que nos iban a llevar pa las Islas. Y última hora no, oiga, hasta nos dieron nuestra cartillita y todo.
LM: Ni se los llevaron, pero usted ya se había casado.
AG: Sí, ya casado. (risas) Ey, no, no pues es una historia la de uno, oiga.
LM: Sí, cómo no.
AG: Sí.
LM: Y, ¿cuántos hijos tuvo?
AG: Pues son José, Teodoro, Guadalupe, Naty, cuatro, cinco, como cinco o seis.
LM: Como cinco.
AG: Ey.
LM: Cuando andaba de bracero, les mandaba dinero, ¿verdad?
AG: Sí, a la señora, sí, le mandaba dinerito.
LM: Y, ¿qué lo hacía volverse a ir?
AG: Pos es lo que le digo que anda uno ahí. No, nos fuimos varias veces, oiga, nomás que a veces tira uno las micas, los papeles que le dan. Pues yo lo único que conservé fue las dos miquitas estas.
LM: Ah, qué bien, ahorita me las enseña, sí, ahorita que acabemos.
AG: Sí, ándele.
LM: Muy bien, ¿siempre se contrató en Chihuahua?
AG: En Chihuahua.
LM: ¿Siempre entró por Chihuahua?
AG: Por Chihuahua. Pero onde nos contrataban ya para entrar, pal trabajo era adentro de Ciudad Juárez, al otro lado.
LM: En El Paso.
AG: Sí, al otro lado de…
LM: Y, ¿siempre había que hacer los mismos exámenes?
AG: Todo, oiga, todo lo que nos hacían.
LM: Ya se acostumbraba después.
AG: Pos sí, ya sabía uno lo que tenían que hacer. (risas)
LM: Ya vacilaban ahí con sus compañeros.
AG: Sí, no, no, pues ya después ya casi ni vergüenza le daba a uno. No, si lo malo es la primer vez que… Dice: “Pero cómo me voy a encuerar yo aquí, a quitarse la camisa, el pantalón y todo”. De a tiro, de a tiro, porque quería dejar uno sus calzoncitos, nombre pa abajo, vamos.
LM: ¿Hasta regañados?
AG: Y ahí vamos todo[s] en hilerita, oiga.
LM: No, no, está bien.
AG: Todos así en hilera, oiga. Ande, cientos de cristianos encuerados. No, una cosa que, la primer vez hasta va uno hasta temblando, oiga. Sí, asustado, sí, ¿qué nos van a hacer?, pues es que, ¿qué sabe uno?, oiga.
LM: No.
AG: Ya llega con las mujeres, ahí, los doctores, las doctoras serán y, ya: “Voltéate”. Y uno mismo a abrirse sus partes. Y: “Voltéate ahora al otro”. No, nomás viera. No, ha de ser una cosa.
LM: ¿A dónde lo mandaron en su segundo contrato, don Agustín?, ¿dónde le tocó?
AG: En Dell City.
LM: ¿Era en Texas o en…?
AG: Texas.
LM: Texas, también. Y al algodón también.
AG: También al algodón, puro navegar oiga.
LM: ¿Era más grande ese rancho, o era más pequeño?
AG: Dell City pues, más grandecito que acá.
LM: Que Pecos.
AG: Sí.
LM: ¿Ahí también se hacían de comer ustedes?
AG: También sí, nosotros mismos hacíanos nuestra comidita allá. Sí le digo, los sábados, nos llevaban a veces los sábados en la tarde, nos llevaban a que trajéranos nostra mercanciita, lo que comprábanos, lo que traíanos en autobuses nos llevaban y nos traiban [traían]. Muy bien, muy bien, que nos, ahí lo que le digo, ahí dentro era otra, otro tiro, otra clase. “Ándele, vengan pa que se traigan su mandadito”. Nos esperaban hasta que el último compraba ya su mandado.
LM: ¿Les gustaba ir al pueblo?
AG: Sí, cómo no, pues estaba bonito ahí, en las tiendas y todo. Ahí ya compraba uno lo que le hacía falta, su camisita o su pantalón. Pues muy bien, muy bien.
LM: ¿Cómo se portaban los americanos de ahí del pueblo?
AG: Pues más o menos bien. Le digo que, porque hay también como en, ahí en Pecos, pues había también mexicanos, y le digo que, pos son los que nos vieron más feo que los gringos, sí. Sí, más pues, más nos las tanteábamos que no, no nos vían como los gringos. La gente, bien, muy bien, había gente así americana que hasta nos envitaban [invitaban] así a alguna creencia de los que ellos tienen, iban y nos llevaban así los domingos, sí.
LM: Los llevaban a los cultos.
AG: Ándele, sí. Sí, pues si íbanos nosotros, ¿pos qué?
LM: ¿Cómo eran o qué?
AG: Pues puras mujeres gringas, gringos y revueltos, mexicanos también.
LM: ¿Les daban de comer?
AG: Sí, y pos nos abrían las capillas, quién sabe qué serían, sí, como capillas.
LM: ¿Qué es lo que le gustaba de los pueblos de allá?
AG: No, no, pues el… Muy distintos a los de aquí, oiga, sí. Muchas cosas, muy bonitos pues a comparación de aquí.
LM: ¿Se metían a veces a algún restaurante, alguna cantina por ahí?
AG: Sí, pues, a los restaurantes. No cantinas hasta eso, pues lleva uno miedo de todos modos pos que le den un golpe o, ya ve que no falta. No, a restaurantes a comernos algún refresquito así, ey, muy distinto, muy bien. Y en las tiendas, a comprar nuestros…
LM: ¿Algunos hablaban español, de los gringos?
AG: Sí, había gringos que sí hablaban así español. Y ya es, nos decía así palabras a…
LM: A las señas.
AG: Mucho, mucho trabajo, trabajando nos decían las señas, andamos trabajando, qué bien.
LM: Mire qué bien. ¿Alguna ocasión le tocó ver algún cónsul mexicano que los fuera a visitar allá al campo?
AG: No, oiga no, no me acuerdo. No, no me acuerdo, a lo mejor sí iban gente así, pero no, no. Es que no, no pone uno cuidado, ¿verdad?, si alguna cosa.
LM: ¿Ustedes andaban muy ocupados? ¿La Migración no llegó a ir allá a los ranchos?
AG: No, La Migra no, nada, nada. No, pues como íbanos contratados, ¿verdá? No, pues yo creo que ni se arriman así. Yendo uno contratado pues, porque lleva uno su, ¿será mica, o qué es, sí verdad?
LM: Sí, sus documentos.
AG: El documento, y bien, no, no crea que no, nos trataron mal, no. Que nos trataron mal, o que viéramos alguna cosa, no, nada de eso.
LM: Su tercer contrato, ¿dónde fue? ¿Su tercer contrato?
AG: Pos yo digo ahí mismo fue.
LM: Ahí mismo.
AG: Sí.
LM: ¿Siempre trabajó en el algodón?
AG: Sí, en el algodón y de veces nos tocaba así piscar naranja también. Según, desahijar.
LM: ¿Qué desahijaban?
AG: Pues sí, lo que había en el limón también, a piscar limón, así varias cosas que le ponen a uno.
LM: ¿A California nunca fue?
AG: No, no, no. Mi hermano sí le tocó ir a California. No, yo todo para acá, pa este lado. Pues se acostumbra uno, se acostumbra uno.
LM: ¿Cómo se llevaban entre los mismos mexicanos, los braceros?
AG: Pues más o menos, oiga. Pues este, pero a gusto, contentos, teníamos que cuidarnos unos con otros y vernos, nos la llevábamos más o menos. Bueno, porque claro, digo yo, si había unos cincuenta braceros en una barraca, eran conocidos, ¿vedá? Nos empezábamos a conocer, amigos y todo. A mí me tocó estar con unos señores de aquí de Guillermo Prieto, está de aquel lado de con los menones, ¿cómo se llama?
LM: Nuevo Ideal.
AG: Nuevo Ideal, ándele. Y ya me tocó, muy gentes los señores de ahí, hasta nos tocó que se nos murió un compañero de los que…
LM: ¿Sí?, oiga…
AG: Que estábamos en la barraca. Cayó el pobrecito, piscando, ¿verdad? Ahí en el field y se nos murió. Muy buena gente, muy buena persona.
LM: ¿Cómo fue, de repente?
AG: De repente. Sería el sol o le pegaría algo, ya cuando [nos] acordamos, ya estaba… No, pues nos asustamos todos, ahí estábamos, nos juntamos todos, ya nos llevaron. Pues lo mandaron pa acá.
LM: Lo mandaron.
AG: Sí, lo mandaron pa acá, aquí a Guillermo Prieto. Fue lo único que me, sentíamos tristeza nosotros que nos fuera a pasar lo mismo, ahí.
LM: ¿Lo velaron ahí tantito o algo?
AG: Pues nomás nos dejaron en cuanto ya lo recogió La Migra, qué será, los meros jefes de allá.
LM: De ahí del rancho.
AG: Los del rancho y ya los mandaron, nomás un rato, sí, y: “Váyanse a trabajar”.
LM: Ahí el trabajo seguía.
AG: Sí, pues nosotros teníamos que regresarnos al field.
LM: Y, ¿les dijeron después de qué se había muerto, les dieron alguna explicación?
AG: Pues a los familiares, oiga. A los familiares de él yo creo que sí.
LM: Claro.
AG: Porque eran como uno[s] tres o cuatro hermanos.
LM: ¿Sabe usted si, si les dieron algún dinero, alguna pensión?
AG: No, ¿pa qué voa [voy a] decirle?, ¿pa qué echa uno mentiras de que no nos dimos cuenta?, a lo mejor sí les dieron. Bueno, digo yo que a lo mejor sí, a lo mejor no.
LM: Pues esperemos que sí, así es. Oiga, don Agustín, y, ¿cuáles eran las quejas?, ¿habían algunas quejas entre los compañeros?
AG: Pos no, mientras yo anduve viera que no.
LM: ¿No?
AG: No, no que se quejaran así de algo así mal, es lo que le digo, ¿verdá? Es lo que le digo que, claro, si yo hubiera visto algo que golpearan o trataran mal algún de los de nosotros, no, no, no había queja, no había. Bueno, pero en lo que yo me tocó andar y ver, no. No porque, es lo que le digo, es que allí trabajaba uno lo que podía, pero uno mismo se exigía, no tenían para qué golpearlos, digo yo. No, por eso son las quejas que a veces dice uno: “Oiga, pues me tratan mal”. Pues si nomás esa, esa cosa que cuando va uno aquí en el camino que pues siente uno triste, que lo encueren y la sangre que le sacan, porque sí, ya le digo, de a bola sangre. No, pobrecitos, caiban [caían] de ancho, los que no aguantaban.
LM: ¿Se desmayaban?
AG: Se desmayaban y aventar espuma y ande. Sí, no, y uno nomás pensando, otros todos en hilerita, ya es lo último que le hacen a uno oiga, ya la sangre, ya de ahí sale usted a que lo contratan y vámonos.
LM: A firmar el contrato. ¿Le explicaron a usted su contrato? Cuando lo firmó, ¿le dijeron: “Vas a ganar tanto”?
AG: No, viera que no, no nos dijeron nada. Nomás nos contrataban y vamos: “Necesito veinte o treinta o cincuenta”. Y nos echaban en las, de ahí sí ya nos echan en, ¿cómo se llama?
LM: En autobuses.
AG: No, no.
LM: Trailas [trailers].
AG: Trailas, en trailas.
LM: También.
AG: Ey, trailas, pero limpias. Limpias ya, es lo que le digo, ya adentro, ya es otro, ya, ya no hay, no, no, sí ahí de Ciudad Juárez pa acá es onde está la, aquí con nosotros una cosa horrible. No, no allá, limpiecitas las trailas, limpias, ya nos llevaban porque pues se llena, oiga, ahí se llena de gente de bola, los surcos muy largos de algodón.
LM: ¿Estaban muy largos?
AG: Sí.
LM: Platíqueme, platíqueme un día de trabajo normal desde que se levantaba hasta que se acostaba.
AG: No, pues a veces se levantaba uno, pues yo tanteo que llegaban de esas veces que, como a las cinco de la mañana. A esas horas llegaba la traila pitando. Si tantito se quedaba usted dormido, ahí se quedaba, no trabajaba, ahí lo dejaban y vámonos a trabajar. Empezábamos, nomás llegaba la traila a la orilla del field de la labor del algodón y pa abajo todos y luego luego, a colgar su bolsita del lonche, y a bajarsele de su saca.
LM: La saca. ¿Dónde se la colgaban?
AG: Y vámonos. Era jalarle, llegaba a medio día, ya se comía su comidita, su refresquito que llevaba y a jalarle, a jalarle. De todos modos no crea que, allá no había descanso, que se fuera usted a una sombrita o algo, no, no, no, no, todo el día a jalarle. Allá en la tarde ya cuando ordenaba el patrón, ¿vedá? El que mandaba allí la gente: “Ya muchachos, ya vámonos, ya”. Empezaban a arrimarse, media saca, la saca entera, o poquito o mucho y ya era lo último. Ya hasta como a las seis, oiga, de las cinco a las seis, ya tarde, todo el día.
LM: Doce, trece horas.
AG: Jalarle duro, duro, y ya le digo, nos llevaban.
LM: Y luego llegaban y…
AG: Bueno, llegaba uno cansadote, oiga. Y lavarnos las manos, a hacer pues la tortilla de harina, a amasar la harinita y hacer la tortilla. Bueno, si yo y usted [es]tábamos de compañeros dos, tres, a uno le tocaba guisar la comida, al otro hacer las tortillas y así, así a gusto, a gusto. Cada quien hacíanos nostra [nuestra] comidita y muchos no. Llegamos bien cansados y casi ni cenaban, ni almorzaban, si no hacían su lonche. (risas)
LM: Pues no aguantaban. Y, ¿qué platicaban antes de acostarse?
AG: No, no, pues a veces, oiga, a veces ni le alcanzaba a uno, pues sí, platicar ahí mientras usted guisaba las papitas, la carnita si llevaba, los frijolitos, ya se ponía uno a platicar de: “¿Cómo se tanteó ora?. ¿Viene cansa[d]o?”. O alguna cosa así. No, pues cómo no va a venir uno cansado, pues si está duro el trabajo. (risas) Y ahora, ¿qué hacemos?, lavarse uno sus manitas luego luego para hacer la…
LM: Llegar a cocinar, ¿era duro cocinar?
AG: Sí, duro, durísimo, duro. Poner el cafecito y pues sí en la tarde café, cafecito y ya nos poníanos en nuestra mesita. Órale, vamos a cenar, de aquí a un rato hacemos el lonche, era lo que decía uno.
LM: Claro. ¿Salían a veces a fuera ahí a platicar con los demás o qué?
AG: Pos se arrimaban los demás ahí: “¿Cómo andan muchachos?”. “Pues más o menos ahí cansadones”. Y: “¿Cómo les ha ido?, ¿cómo se sienten?”. “Pues ahí más o menos”. Y otros no, me fijaba yo porque sí hay de todo. Cenaban y se ponían que a jugar a los dados, baraja, o que a ganarse ahí unos con otros sus centavos, sí.
LM: Y habían unos que perdían, yo creo.
AG: Que perdían, oiga. Y así trabajando, no, no, no, no hay gente así viciosa, gente viciosa que le gusta la baraja, los dados. No sé qué tanto les oía yo ahí que jugaban en las mesas, mantenían sus mesitas ahí.
LM: Oiga, don Agustín y, ¿y de novias?
AG: No, pues eso, pos sí llegaban ahí de novias, pero no, no, pos muy mal, muy feo, (risas) muy mal, muy mal. Pa pues una pa cincuenta, no, pa qué oiga, no. Necesitaba estar muy deseoso el cristiano. (risas) Pues póngale que sí aguante uno, pero pos de todos modos los contratos sí los aguanta uno allá, hay veces que se los avienta usted sin, ¿verdá? Como así, pa qué, cuánto y más allá, no, no. Sí, de eso sí, llegaban las novias.
LM: Y, ¿eran americanas?
AG: Pues americanas y negras, cuarteronas, sí.
LM: Bien.
AG: En sus carros, sí.
LM: En sus carros.
AG: Sí, pero no, yo pa qué, no es que se asuste uno, a mí no me gustó eso. No, porque va y agarra cola la gente. Veinte, treinta, el humor fíjese, feo y así es pa allá, mucha gente pues sí, sí lo hacen, sí.
LM: De los lugares donde estuvo, ¿cuál fue el que le gustó más?
AG: Pos va uno de distintas partes, ¿vedá? Es bonito, es bonito. Donde quiera que sea allá tratando de meterse uno pa dentro de Estados Unidos. Pero claro, son chiquitos, pueblos chicos, ¿verdad? Bonito como en vez, una cosa grande, Chicago y todo eso, pos muy bonito.
LM: Claro.
AG: Ey, no pos sí, de todos modos a mí me gustaron las partes esas, pos sí anduvimos a gusto en las partes que anduve, gracias a Dios.
LM: ¿Alguna vez le tocó estar allá para un 16 de Septiembre?
AG: No, viera que no.
LM: ¿O para Navidad?
AG: Pos nos veníanos, eh, fíjese. ¿En qué tiempo nos iríanos? Nos veníanos siempre para tantito antes del día 12 de diciembre.
LM: ¿Siempre se venían para esa fecha?
AG: Porque me acuerdo yo que llegábanos, y a los cuantos días ya, hacían aquí la fiesta ahí en la explanada.
LM: Ajá, de la Virgen.
AG: De la Virgen.
LM: O sea que pasaba Navidad aquí con la familia.
AG: Sí, ándele. Sí, para ese tiempo nos veníanos, porque decía toda la gente y sí sabía pero mucho frío, oiga, unos airones.
LM: Hacía frío.
AG: Ande.
LM: Y eso que usted es de la sierra, está acostumbrado al frío.
AG: Ey, al frío, pero no, allá está… No puede usted piscar.
LM: Y, ¿los patrones les daban chamarras o guantes o algo?
AG: No, no, nada, allí se ponía usted lo que compraba, sí compraba su chamarrita o lo que llevara.
LM: Y si no…
AG: No, no, no, nada de eso, nada. Bueno, quen sabe ya, como le digo, después, ¿vedad?, de que nos tocaba cumplir el contrato, que nos, que se quisiera quedar uno, a lo mejor sí le daban pa los tractores, ¿verdad?, chamarras. Que se cubriera del frío.
LM: Las barracas, ¿tenían calefacción?
AG: Sí, tenían pues todo.
LM: Calentones.
AG: Sí, calentones.
LM: ¿Ventiladores?
AG: Pa hacer, las estufas.
LM: Estufas.
AG: Estufas, estufas, sí.
LM: Oiga, don Agustín, y, ¿le tocó estar allá para algún cumpleaños suyo o de algún compañero?
AG: No, no viera que no.
LM: ¿No celebraban los cumpleaños?
AG: Pues, sí se podía, pero a veces hasta se le pasaba a uno, ni sabía uno si cumplió años. No, por andar en el trabajito y pues no, de todos modos viviendo uno así, pues va uno muy humilde, pues nomás trabajar. Sí hay gente que le gusta así como no le digo de baraja y jugar y tomar, que se van a las cantinas. No, nosotros gracias a Dios que no, no, no. Pues lo poquito que gana uno, pues guardarlo pa ver qué, es el modo que hace, y otros no, a las cantinas, vámonos.
LM: A echar.
AG: Ey, y orilla a uno. Sí ha de haber habido gente que hasta peleó y lo echaron al bote allá y todo.
LM: ¿Nunca se enteró usted de algo de eso?
AG: No, no.
LM: ¿Qué se hayan peleado algunos por allá?
AG: No, no, no, no supimos nosotros de eso, los de nosotros no. Pero pos sí tanteo yo que, porque sí hay gente ladina oiga, de la de nosotros, landinicima, que se iba a las cantinas allá con las muchachas a bailar.
LM: Don Agustín, cuando se regresó a México, que ya no pensó en irse otra vez para allá, ¿en qué trabajó aquí?
AG: Como le digo, pues a veces lo ocupan a uno ahí, como aquí. Bueno, mientras hubo trabajo en la sierra, lo hacíanos, lo hacíanos. Hacer cuártaseles(??), hacer limpia pues de cuártaseles. Hacer aprovechamientos, aprovechamiento. Con motosierra, con lo que pueda uno, ¿vedad? Y a veces pues se viene como aquí, y pues ya busca uno el trabajito, ahí lo ocupan ahí de peón, o de lo que sea, de hacer la mezcla, arrimar el ladrillito al maestro. Y así se la lleva uno, no crea que…
LM: ¿No le daban ganas a veces de regresar a Estados Unidos?
AG: Pos bueno, mire, como de mojado, no, no, no me gustó, de mojado no, no, ni lo mande Dios. No pensaba yo, no pues, a la mejor se muere uno por ahí, nunca es igual a contratado a mojado, no, pues piensa uno mucho y ya se le baja uno de no ir.
LM: ¿Qué extrañaba de por allá?
AG: Pues no crea, sí extraña uno el dinero que gana uno más, sí. Gana uno más dinerito, sí, y come mejor.
LM: Y se come mejor.
AG: Que aquí, sí.
LM: Más bien.
AG: Se come mejor. Es que se le figura que con el dinero que gana uno allá compra más y compra mejor, pero no, es la misma, es la misma. (risas) ¿Verdad que es la misma? Ey, es la misma. Y no, nosotros nos, comíamos reagusto y nos llevábanos bastante que comer, queso, salchichas y blanquillos y todo eso. Tortillas hechas de harina también había, pero nosotros las hacíanos. Yo llevaba un compañero y mi hermano también sabe hacerlas muy bien, las tortillas de harina.
LM: ¿Allá se enseñaron?
AG: No señor, aquí, desde aquí, de lo que navega uno ahí en la sierra a veces. Como ahí donde le digo que empezamos a trabajar nosotros de achieros, de sardineros, de todo eso, tienen que llevar uno su harinita para hacer todo. De que tortillas de harina, todo eso así.
LM: Todo.
AG: Cuece uno sus frijolitos y sus patole y todo eso.
LM: Uno que otro conejo por ahí.
AG: Ándele el que sale el conejo y venados.
LM: Venados.
AG: Venados, sí más antes ya vería pues cargaba el riflito uno y no había tanta vigilancia como… No, ahora Dios lo libre que lo lleguen a agarrar a uno con alguna cosita de esas y antes no, cargaba usted su riflitos 22 y mataba el venadito y se lo comía el, el cócono y todo eso, sí.
LM: Cócono, ¿había cócono salvaje?
AG: Sí, y hay muchísimos así. Aquí cerca, yo los v[e]ía porque como le digo, trabaja uno a veces en las trocas, ¿verdad?, se veían las parvadas de cóconos.
LM: Mire.
AG: Sí, no, es bonita la sierra también, es bonita.
LM: Sí, cómo no.
AG: Peor donde hay animalitos.
LM: Así es, muy bien, pues, cuénteme, don Agustín, ¿qué siente usted cuando oye hablar de los braceros?
AG: Bueno, pues más o menos, este, como, pues bueno, por un lado tristeza de lo que hicieron con nosotros y por otro lado, pues gusto, que se siente uno a gusto.
LM: Son encontrados los…
AG: Sí, las cosas que…
LM: Así es.
AG: Los pensamientos de, que se acuerda uno, cómo le jue, cómo lo trataron.
LM: ¿Se siente usted orgulloso de haber sido bracero?
AG: Sí, bueno, pues de trabajar de todos modos el saber trabajar en, no nomás aquí sino allá en Estados Unidos también, ir a trabajar, a prestar uno su trabajo allá como quera que sea. Porque pos de todos modos es una cosa güena [buena] para uno, ¿verdad? Bueno, la gente que piensa bien, ¿verdad? Sí, bueno, esos fueron a prestar sus trabajos allá a trabajar a sufrir o a gozar como quera que sea, pero ellos anduvieron trabajando allá, no nomás aquí.
LM: ¿Adquirió usted experiencia en la vida con ese viaje?
AG: Sí, cómo no, sí, cómo no, sí.
LM: ¿Siente usted que el haber sido bracero cambió su vida de alguna forma?
AG: Pues a lo mejor sí, oiga, a lo mejor sí, cómo no. Porque, pues sabe uno muchas cosas allá, y ve y de distintos trabajos de todo lo que tienen allá esdistinto a aquí, ya ve aquí muy poco trabajo. Pos puro trabajo tremendo, pues allá también, el algodón era el más duro, oiga.
LM: El algodón.
AG: El algodón, lo más, lo más duro. Y aquí pues, como le digo, allá, cualquier gente, cualquier gente… Bueno, no, no todos, pero el que trabaja allá de todos modos aprendieron a trabajar aquí. Y aquí no viene a trabajar ni un cuarto, yo creo que de lo que gana usted allá en Estados Unidos. Como quera que sea, allá es muy distinto. Y sí tiene que acordarse uno, cómo no, de… Me, volver otra vez a mi juventud, pues yo me iba otra vez pal norte, sí, que hubiera contratos. Fíjese que todavía me animaba yo, si hubiera contratos, con todo lo que nos pasó.
LM: Todavía.
AG: Todavía me animaría a ir a trabajar allá.
LM: ¿Le gustaría que hubieran más contratos?
AG: Pues bueno a lo mejor sí y todavía me animaría yo, oiga, a trabajar, a hacer lo que yo pudiera pues allá.
LM: ¿Siente usted que fue bueno ese programa, que sí ayudó al mexicano?
AG: Pues sí, cómo no, porque mucha gente se ha ayudado y se ayuda todavía, fíjese. Como quera que sea, a muchos pobrecitos les va mal, pero a muchos les ha ido muy bien, bien.
LM: Claro.
AG: Que ha cambiado su vida de ellos, de pobres a, pues algunos que sí, conservan bien su dinero, lo cuidan y tienen, se hacen vivir. Con una o dos vueltas que den pa allá, hay gente que se levanta muchísimo, ¿vedá?
LM: Claro.
AG: Fíjese.
LM: Muy bien, muy bien, don Agustín. Pues quiero darle las gracias por haber compartido con nosotros sus experiencias.
AG: No, pues igual, yo igualmente de qué, debe de tener uno, este, pos amistades, que es lo principal, hombre.
LM: Claro.
AG: No, pues aquí tiene su casa, para ahora ya supo aquí con nosotros, ya, (risas) ya lo que se ofrezca ahí.
LM: No, muchas gracias.
AG: Estamos a sus órdenes.
LM: Igualmente, estamos a sus órdenes.
AG: Qué bueno.
LM: Con esto vamos a dar por terminada la entrevista. Muchas gracias, a nombre del Instituto de Historia Oral y en lo personal le doy las gracias por habernos recibido.
AG: Ándele igualmente.
Fin de la entrevista
Fecha de la entrevista: 30 de mayo de 2003
Nombre del entrevistador: Laureano Martínez
Esta es una entrevista con el señor Agustín González Flores, en la ciudad de Durango, Durango el día 30 de mayo de 2003. Conduciendo la entrevista para el Proyecto Bracero del Instituto de Historia Oral de la Universidad de Texas en El Paso, Laureano Martínez.
LM: Muy buenas tardes don Agustín ¿Cómo esta?
AG: Bien.
LM: Don Agustín, me gustaría que me platicara para comenzar esta entrevista, ¿dónde y cuándo nació usted?
AG: Nací el 28 de agosto de 1928. En el Mil Diez.
LM: ¿En El Mil Diez?
AG: ¿Sí sabe, allá El Mil Diez?
LM: ¿En la sierra?
AG: Acá a un lado de El Salto.
LM: Mil Diez, Durango, ¿verdad?
AG: Ándele.
LM: Municipio, ¿de dónde es?
AG: Pueblo Nuevo.
LM: Pueblo Nuevo.
AG: Pueblo Nuevo, Durango.
LM: Muy bonito lugar.
AG: Sí señor.
LM: ¿Cuántos años tiene, don Agustín?
AG: Ahora verá, pues saca la cuenta del [19]28 para acá, ¿cuántos Goyo?
2do: Vienen siendo setenta y dos.
LM: Setenta y dos años.
2do: Setenta y cuatro años, más.
LM: ¿A qué se dedicaron sus padres, don Agustín?
AG: Pos mi jefe hacía antes, muy allá, durmientes.
LM: Durmientes.
AG: Durmientes, madera pues, madera tecolacha(??), con la hacha. A eso, pues no había de otra…
LM: ¿Para las vías del tren?
AG: Ándele, ándele.
LM: ¿Sí?
AG: Para las vías del tren, ey. Más madera así vigas, era lo único, lo único trabajo y nosotros así empezamos también. Él nos enseñó a hacer madera con la hacha. Y pues ese era onde sacaba uno su vida antes, sardinero, también fue mi padre a tumbar pinos con sardina.
LM: ¿Cómo se llamó su papá?
AG: Pedro González.
LM: Y, ¿su mamá?
AG: Romero, Petra Flores.
LM: ¿De dónde eran ellos?
AG: Mi padre, pos nos decía, que él había nacido aquí en el, ¿cómo se llama?
2do: Te habla mi [p]apá.
AG: ¿Cómo se llama aquí oiga pal lado de, adelante de Sombrerete?
LM: ¿Cómo esta?
AG: El Calabazar.
LM: ¿El Calabazar?
AG: Ahí nació mi padre. Y mi madre, pos, ¿no te acuerdas?
2do: No.
3ra: No, en El Nayar, en El Nayar, ella.
AG: ¿Ella del [El] Nayar?
LM: Del El Nayar.
2do: Sí.
3 ra: Su mamá de él.
LM: Muy bien.
LM: ¿Cuántos fueron ustedes de familia?, ¿cuántos fueron de familia?
AG: ¿Nosotros?, ¿de mi padre?
LM: Ajá.
AG: Pues ahora verá. Mire, el primero fue Ángela, uno, Ángela y luego Gregorio. Gregorio, Juanito, Anselma.
LM: Anselma.
AG: Anselma, Teodora, otra hermana. Teodora y luego Antonio, Antonio, ¿quién más? Genoveva y luego yo. Fuimos muchotes.
LM: ¿Sí?
AG: Luego yo.
LM: Ocho con usted.
AG: Ocho, espérese, todavía no. Ocho conmigo, ahora verá. Luego Rodriga, Juana, Abel, Alcaria, nomás, nomás, sí.
LM: Doce.
AG: Doce de familia.
LM: Y usted fue el número ocho.
AG: Sí.
LM: El ocho, de los más grandes.
AG: Sí, oiga.
LM: Pos bueno, muy bien. Así que a eso se dedicaba su papá, ahí a la…
AG: Sí, pues hacía maderita y pues nosotros le seguimos igual, igual su ejemplo, ya ve sigue uno el ejemplo de su padre.
LM: ¿Fue a la escuela, don Agustín?
AG: Pues muy poco, oiga. Nos apedreaban, el que iba, estábanos [estábamos] en El Salto en ese entonces. Y pues no, más bien nos hicieron correr de la escuela. Sí, nos apedreaban pero duro, pedradonas que nos echaban, ya, pues llegábanos llorando y pues: “Ya no queremos ir”. Y poquito fui a la escuela yo. Sí fui el más bien, pos escribo mi nombre. Porque lo aprendí acá solo, solo, sí.
LM: ¿Sabe leer?
AG: Pos poquito, oiga, poquito.
LM: Poquito.
AG: Pa decir la verdad poquito.
LM: Y, ¿de qué edad empezó a ayudarle a su papá?
AG: No, pos de chiquito, oiga, de chiquito. Más o menos, él me compró una hachita, una hachita chiquita y como de unos ocho o nueve años. Fíjate, empecé yo a quitarle la cáscara a los árboles. (risas) Pelaba pilotitos así, de veinticinco pies, sí. Desde entonces le empecé… Le dejaba una ramita a mi padre, unas ramitas pa que volteara. Y luego chiquillo, chiquillo, el pilotito que, se llamaban pilotos. Sí, muy chico, muy chico empecé yo a navegar.
LM: Cuénteme un poquito, ¿cómo es ese lugar el Mil Diez, cómo es?, ¿cómo es el lugar dónde usted nació?
AG: Bueno, el Mil Diez, ¿no conoce bien, verdad?, ahí.
LM: Poquito, pero…
AG: Pues mire, hasta allí el Mil Diez, se llama el Mil Diez porque hasta allí llegó la vía. Qu[i]ere decir, que los kilómetros, o, ¿qué sería?
LM: Yo creo.
AG: Hasta allí llegó la vía y por eso le pusieron el Mil Diez. Ah, pues es el kilómetro, ¿verdad?, mil diez, el kilómetro, sí. Pues hasta allí llegó.
LM: ¿Hay río?
AG: Sí, hay un arroyo. Un arroyo que siempre lleva agua, ahí.
LM: ¿En la sierra están meramente en el corazón de la sierra?
AG: Sí, más o menos sí, en un lado de El Salto. Y tiene madera y ahí sierra, pinos, sí. Y tiene un, ahorita hay un aserradero, en ese entonces que yo nací allí pues no había nada, yo creo, oiga. Más de pilas de durmientes, porque sí, sí le digo que llegaba el tren hasta ahí nomás y de ahí se regresaba.
LM: ¿Vive mucha gente por ahí?
AG: Pues más o menos, ahorita sí más o menos, pero en ese entonces no, oiga. Unos tres, cuatro de (ininteligible) y como ahí acarreaban la madera, ¿verdá?, sería animalitos, no sé decirle cómo. Yo estaba muy chico ahí entonces, muy chico. Y empecé a crecer y fue cuando ya pues se salió mi papá de todos modos de allí y a hacer madera de la sierra y todo eso.
LM: ¿Cuál fue su primer trabajo de paga?
AG: Pues ese, la maderita.
LM: La madera.
AG: Hacíanos [hacíamos] postes, durmientes y de ahí haga de cuenta yo empecé a agarrar así centavitos, que ya crecimos y seguimos en la madera, ya delante no había seguro, no, nunca tuvimos nada de eso, nunca, nosotros pues.
LM: Claro.
AG: Y ya le digo, pos así yo nací allí en el Mil Diez. Pero como le digo, pues no vivíamos más de puras, en ese entonces puras pilas de durmientes, que hacía la gente.
LM: ¿Se acuerda cuánto le pagaban?
AG: Bueno, no, no me acuerdo. Entonces mi [p]apá era el que trabajaba ahí, él era el que hacía. Nosotros hasta después ya cuando más grandecitos, no me acuerdo cuál. Quién sabe cuánto le darían a mi apá cuando yo le ayudé a hacer los pilotitos, a hacer pilotes. No sé lo que le darían a él porque pos yo, hacía unos dos, tres y él era el que cobraba.
LM: Oiga, don Agustín, cuénteme, cómo fue que se metió en eso de los braceros usted.
AG: A le verá, pues supimos. Ya ve que se llega el rumor, [es]taba precisamente yo en El Salto, no en el Mil Diez, en El Salto viviendo, ahí en un ladito y ya nos dijeron: “Oye, [es]tan contratando y pos, dicen que se gana mucho dinero”. (risas) Y pues así fue la cosa, oiga, entonces ya nos venimos aquí y nos contrataron.
LM: ¿Se vino solo usted o con quién se vino?
AG: Pos es un hermano el que me decía y bueno, un año sí estuvimos juntos yo y él, por allá esta. Él ahora vive en la colonia, ¿cómo se llama?, esa, donde…
3ra: Domingo Rivera.
AG: Domingo Rivera, ándele, allá vive él. Y él fue el que me, me dijo: “Vamos”, dice, “vamos a ver cómo nos va”. Pos nos fuimos, fuimos.
LM: ¿Cómo era que los contrataba aquí?, ¿qué les pedían o qué tenían que traer?
AG: Pos ahí lo verá, nos pedían la acta de nacimiento y luego pos como era en Chihuahua, todo nos preguntaban, oiga. Teníamos que llevar la acta de nacimiento y nos preguntaron dónde nacimos, también porque ahí en Chihuahua se quedaban pos en todas partes admiradas, de que [d]onde había nacido, fue lo que me preguntaban a mí. (risas) Y se ríen las secretarias, oiga, dije yo: “¿Cómo va a ser el Mil Diez?”. “Sí”, le dije, “es un ranchito chiquito, hasta ahí llegó la vía y por eso le pusieron el Mil Diez. El kilómetro mil diez”. Y ya le digo, así nos fuimos, fuimos la primer vez yo y mi hermano; trabajamos juntos en Pecos, creo que estuvimos.
LM: Pecos.
AG: En Pecos, Texas.
LM: ¿Ahí en el algodón o qué?
AG: Sí, ahí en el algodón, ande, un sufrimiento tremendo, pues es que no sabe de uno piscar.
LM: Era difícil.
AG: Sí, la dolencia de cintura y todo eso, puro navegar y después me tocó en Dell City.
LM: En Texas.
AG: Sí, como unos tres años.
LM: Vamos a regresarnos cuando se vino de El Salto aquí a Durango, ¿lo apuntaron en alguna lista?, o, ¿cómo fue?, ¿a dónde se fue?
AG: Ah, sí, sí. En una lista nos, cuando nos echaron de aquí de Durango a Chihuahua, en una lista.
LM: ¿En qué se fueron a Chihuahua?
AG: En autobuses, oiga, nos echaban en autobuses. Sí, en autobuses y llegábanos y de ahí nos echaban en el tren.
LM: ¿Cómo era ese lugar donde llegó en Chihuahua? Ahí el centro de contratación, ¿cómo era?, ¿se acuerda?
AG: Pos era junto a la vía, oiga. Ahí nos arrimaban junto a la vía del tren.
LM: ¿Estaba grande el lugar?
AG: Pos más o menos, sí. Pues había muchísima gente, mucha gente. Y a veces hasta la mataban los pobrecitos porque el ansia, a veces ya, llevábamos poquito dinero y no nos aguantaba pa cuando nos, todo lo que nos tenían allí.
LM: ¿Cuánto lo tuvieron ahí?
AG: Pos a veces nos tenían hasta los quince, veintidós días, oiga, sí. Con hambre a veces, hambre y no nos tocaba salir. Y pos salíanos por ahí a ver, a partir leña, para poder sacar pa una tortillita y aguantar, aguantar ahí.
LM: Y, ¿dónde se quedaban?
AG: Ahí en la vía, oiga. Casi ponían los durmientes de cabecera, sin cobijas y sin nada. No, no, una cosa triste.
LM: Es triste.
AG: Sí, cómo no. Mucha gente, claro, yo no digo que todos, mucha gente a lo mejor tenía familiares, algún familiar ahí en Chihuahua y se podían ir a las casa, pero no, uno no. Ahí mero nos quedábanos [quedábamos] con un frío, pues a tiemble y tiemble. Y luego con hambre, no crea, fue cosa triste, sufrimos, más bien sufrir que gozar, sí.
LM: Y, ¿qué es lo que lo hizo animarse a irse a Estados Unidos?
AG: Pues es que no, no sabe uno, no sabe pos, la cosa que cuentan aquí, ¿verdad?, que mucho dinero y que mucho dinero. Y eso fue lo que nos animó, dijimos como que era, pues si nos va bien. Bueno a muchas personas sí les iba bien, oiga. Pa qué va a decir uno que a todos, a mucho sí se socorrían, ganaban su dinerito y allá donde estaba pues lo hacían más o menos. Hasta eso, como le digo, allá dentro pos pa qué se queja uno. Pos sí nos tenían las estufitas y todo onde andábamos piscando, nos pagaban nostro [nuestro] dinerito, lo poco o mucho que ganábamos y ya comprábamos nosotros nostra comidita para hacernos nosotros mismos allá.
LM: Oiga, don Agustín y luego ya de que estaban ahí quince días, que les hablaron, ¿qué pasó ahí en el centro de Chihuahua?
AG: Ah, pos ya nos echaron en las jaulas del tren.
LM: Pero, ¿le hicieron unos exámenes antes?
AG: Ah, sí.
LM: ¿Cómo fueron los exámenes?
AG: Pos ya lo verá, mal, nos encueraban de a tiro, a munchos [muchos] así, oiga. Y ahí vamos a vernos pos acá atrás, que a ver si no teníanos [teníamos] almorranas y acá adelante que no fuera uno así enfermo. No, no, no, así era, nomás era cosa que, no.
LM: ¿Qué sentía usted?
AG: No, no, pues mal y luego ahí iba mi hermano. Pues no crea, de todos modos poquillo respeto que sea, pos antes había un poco de respeto no, no podía uno ver sus parte de sus hermanos, ni uno quería que viera y pues no tiene remedio, ahí vamos cerquitas unos de otros, en hilera.
LM: Fíjese.
AG: Nomás viera, no, no, era cosa triste. Y que: “Ábrele y ábrele”, y qué, “recio”. Y no pues ahí nos espulgaban tanto atrás, de nostras partes, como acá adelante y ya cuando llegamos allá.
LM: ¿Eran mexicanos o eran americanos los doctores?
AG: No, no, los de aquí de Chihuahua, oiga, sí, sí. Ya onde hay americanos es onde pasamos ya a El Paso.
LM: Claro.
AG: ¿Verdá? Que también nos revisaron, ahí nos sacaron la sangre.
LM: A ver.
AG: Y ahí se desmayaban munchos.
LM: ¿Sí?, oiga.
AG: Sí, nos sacaron un tubote así, oiga, de sangre y yo pues me ponía triste, dije: “Yo voy a ser uno de los que me voy a desmayar”. Pues, sí, estaba flaco y débil y todo y sin comer que íbamos casi.
LM: ¿En qué año fue cuando se contrató la primera vez?
AG: Ya lo verá. ¿En qué año sería?, ¿tengo las micas oye?, ¿no? Pues si de todos modos en las micas se sabe.
LM: Claro.
AG: ¿Verdad?
LM: O, ¿cuántos años tenía?
AG: Ándele.
LM: Si quiere ahorita vemos eso.
AG: Sí, las micas, sí, las micas.
LM: ¿Pero estaba joven usted?
AG: Pues más o menos, sí, fuertón, sí, de unos…
LM: ¿Por ahí del [19]50?
AG: De treinta años, de unos treinta años más o menos, veintiocho o treinta años.
LM: Y cuénteme, cómo fue el viaje de ahí de Chihuahua a El Paso.
AG: No, no pues, en las jaulas esas del tren nos llevaron.
LM: Fueron en el tren.
AG: En el tren. Nos bajamos allá y ya nos metieron.
LM: ¿Estaban limpias las jaulas?
AG: No, no, qué limpias, estaban llenas de lodo, de vaca de donde se…
LM: De estiércol.
AG: Sí, de estiércol, estiércol, sí. Como tan grueso así, ahí íbamos sentaditos.
LM: Como un pie.
AG: Todos llenos de estiércol, de zurrada de vaca.
LM: ¿Se le hacía triste eso?
AG: Pues sí, fíjese. Ya voy ta muy mala, bueno, pero ya íbanos y que íbanos a ganar dinero de a dólar y no. Ya le digo y ya nos bajábanos, siempre llegábanos en la madrugada y ya entrábanos y a sacarnos la sangre.
LM: Les sacaban sangre.
AG: Sangre y nos sacaban sangre y de ahí nos pasaban a otra parte y ya nos contrataban a donde nos iban a llevar.
LM: ¿Recuerda que le hayan inyectado?, ¿qué le hayan puesto alguna vacuna?
AG: Sí, creo que sí, parece que me acuerdo que sí nos pusieron vacuna y no[s] registraban todo, pues que no fuéramos enfermos.
LM: ¿Otra revisión?
AG: Ey.
LM: ¿De todo?
AG: De todo.
LM: ¿Igual, los desnudaban?
AG: Ey, mal no crea, todo eso era triste pero ya íbanos, ya de ahí ya cuando nos contrataba la gente, entonces sí ya nos íbanos. El que iba sano y todo, y el que se desmayaba, pues ahí se quedaba un rato y pues sabría Dios hasta el otro día.
LM: ¿Ahí los médicos sí eran americanos?, ¿eran gringos los médicos?
AG: Sí, allá dentro allá sí, ya muy distinto ya otro modo. Porque hasta nos decían aquí en Chihuahua: “Bueno y, ¿qué van a hacer hombre, qué van a hacer, pos qué andan buscando ustedes hombre?”. Y aventándonos y llegaron a matar gente ahí, fíjese.
LM: ¿Sí?, oiga.
AG: Pero no era que los mataran, es que la pobrecita gente ya con la hambre se arrimaba a ver si le tocaba la salida y nada, se venían un montonón y les ponían los fusibles [fusiles]. Sí, de aquí yo me di cuenta que mataron como unos dos ahí. Pero casi se mataba uno solo, uno solo con la ansia.
LM: ¿Eso fue en Chihuahua?
AG: En Chihuahua.
LM: Chihuahua.
AG: En Chihuahua. Sí, una cosa triste, no crea. Ahí veíamos nosotros, no, ni nos arrimábamos. Ni nos arrimamos, no a qué se arrima uno, pero como le digo, uno mismo tenía la culpa porque pos se aventaba uno, los de atrás era así mire de gente, muchísima.
LM: ¿Un hervidero de gente?
AG: Sí, muchísima gente, una cosa triste.
LM: Y luego, ¿de ahí a dónde lo mandaron, don Agustín?
AG: Pues fue cuando le digo que estuvimos en Pecos.
LM: En Pecos.
AG: Sí, en Pecos nos, ya nos dieron trabajo ahí y después, que me acuerde yo fue en Dell City. Ahí mismo de…
LM: ¿Les daban de comer?
AG: Sí, pues, la comprábanos. La comprábamos nosotros con lo que ganaba, lo poquito que ganaba.
LM: ¿Dónde vivían?
AG: En, ¿cómo le nombran? Nos ponían este…
LM: ¿Barracas?
AG: Barracas, ándele, barracas, sí. Estufitas y todo eso tenían las barracas.
LM: ¿Estaban más o menos amuebladas?, ¿estaban bien amuebladas?
AG: Pues la camita nomás, no, no crea que muy bien, pero pues más o menos. Bueno, ya de ahí de todos modos cambió porque pues ya uno, si las arreglaba pos taba limpio y si no, pues sigún [según] el cristiano, ¿verdad?
LM: Claro.
AG: Teníanos que barrer nosotros la… Donde nos tocaba, ahí.
LM: ¿A qué horas empezaban a trabajar?
AG: No, pos nos levantaban temprano, sí, temprano y unos ni almorzaban, el que era flojito, no señor, nosotros hacíanos nostro lonche, en la noche, en la noche. Nostras tortillas de harina, con lo que le echábamos, ¿verdad? Y ya alistábanos en costalitos de los de harina de cinco kilos, ándele. En esos llevábanos nostro lonchecito y todos todos, y, como le digo, el que era flojito que no hacía su lonche, que llegaba cansado o alguna cosa. No, se iba mangoneando hasta con las sacas del algodón que piscaban, con los huaraches en la mano, no una cosa tremenda. Y fíjese, esos nos robaban el lonche a nosotros, allá onde andábamos en los files [fields] de algodón, varias veces nos robaban el lonche y pues, oiga, muertos de hambre nosotros sin tener culpa. Mire, navega uno mucho, el primer lonche que nos robaron, me dijo a mí el compañero, porque se junta uno con amigos, así que ve más o menos, le dije: “Oiga, ya me dio hambre Félix”. “Vaya y tráigase el lonche”. No, pobrecito, anduvo por allí y por acá y cuál lonche, dice: “No hay nada, Agustín”. “¿Cómo que no hay nada Félix?”. “Sí, no”, dice, “no hay nada”. “Ay, ¿ahora qué vamos a hacer?”, fíjese, “y tenemos que trabajar y sin comer”.
LM: Claro.
AG: No, pos puro navegar, oiga, navegar, navegar de a bola y pues se ríe uno y todo tiene uno presente. De lo que, ¿cómo hizo?, ¿cómo le… ¿Qué es lo que pasó y todo? Y nos reíamos más y era el miedo que llevábamos, porque mucha gente ya ve cómo es, que teníanos que trozar un plátano verde. Nos decían y era lo que nos asustaba más, nombre pero, ¿cómo van a hacer eso con nosotros? No, no era cierto, no era cierto, pura cosa de gente que…
LM: Nomás vacilaban.
AG: Sí, que platicaban así oían y no. No, no era cierto, hay que decir lo que es nomás, sí.
LM: Pero sí le dieron buen susto.
AG: Sí, cómo no, pues, ¿cuándo?, oiga. (risas)
LM: ¿Cómo es ese trabajo del algodón, don Agustín?, ¿cómo lo hacían?
AG: No, no pues, como nosotros no sabíamos, ¿verdad?, sabíamos, ni conocíanos [conocíamos] casi el algodón. No, pos son puros capullos, son puros capullos que tiene que irlo piscando, nomás no se pone listo y acaba usted con sus aquí mire, esto de aquí.
LM: Lastimados los dedos.
AG: Sí, donde pica el capullito, ¿verdad?, donde tiene que sacar usted el algodón del capullo y no, pues es cansado, es tremendo, tremendo. Que hay mucha gente que qué buena para piscar, oiga. Ahí con nosotros había como unos cuatro o cinco número uno ahí, chulada de hombres que trabajaban y a mí me decían, porque yo me descontrolaba, me desconsolaba: “No, no se desconsuele, ahorita le agarra al rato hombre, échele nomás ganas y verá”. Ah, no, pues sí, no es más de hacer la lucha uno y de que y póngase listo con esto todo me decían ellos, sus dedos que se los…
LM: Ah, muchas gracias.
3ra: Tenga.
LM: Gracias.
AG: Se le acaban a uno sus dedos de aquí, mucha sangre.
LM: Claro, gracias.
AG: Sí, señor.
LM: Es duro.
AG: Ey.
LM: ¿Cuántas libras piscaba usted?
AG: No, pos al principio, llegué a, me acuerdo, creo doscientas, o trescientas libras. Era lo que sacaba en el día y otros no, quinientas, oiga, era lo que… Anda chulada, buenos pa piscar.
LM: Parecían maquinas.
AG: Nomás que hay mucho modo de piscar y claro le agarran a uno, mucha bola verde, para que pese el algodón, envuelta, se envuelve.
LM: Se envuelve.
AG: Los vía [veía] yo que le envolvían en el algodón la bola, sí, verde, verde y no, pues…
LM: ¿A usted le tocó?
AG: Como en todos los trabajos, ¿verdad? Y uno no, pues como no sabe. Dice pues a lo mejor nos van a correr, pues limpiecito el algodón, limpiecito y no le rinde mucho a uno.
LM: ¿A cómo les pagaban, se acuerda?
AG: No me acuerdo, oiga. No, no pues baratón, baratón, no crea, sacábanos poquito, no, yo pues, me acuerdo que sacaba poco, poco dinero.
LM: ¿De cuánto le dieron su contrato?, ¿cuántos días?
AG: Eran cuarenta y dos días me parece, sí, más de mes, más de mes, cuarenta y dos días.
LM: Cuarenta y dos días.
AG: Sí, contratos.
LM: ¿Tenían mayordomo ahí?
AG: Sí, sí había mayordomo, pues él era el que nos cuidaba. No, hasta eso ahí no, no hubo, porque yo me fijo que en otras partes hasta los golpean, pero no, ahí no, no, no. Lo que a mí me tocó yo no tengo que decir de, le digo que acá afuera era donde estaba el martirio con nosotros mismos, sí, nos aventábanos [aventábamos].
LM: ¿Cómo era?, Cuénteme todo eso.
AG: Gente, pues gente de aquí así grandotes, mal encachados, nosotros no les decíamos nada. “¿Qué vienen a hacer acá ustedes?”.
LM: ¿Los mismos mexicanos que vivían allá?
AG: Y el gringo no, pues ellos, como no habla, habla a su manera, ¿verdad?, pues ni le entiende uno. Pero a señas, ya de perdida nos palmeaban y pues ellos.
LM: ¿Se portaban bien?
AG: Más o menos, sí.
LM: Pero los otros.
AG: No, cuidado acá los mismos de nosotros, somos duros, malos. Pues no, yo de algún gringo no, ni pa qué hablar. Buenas gentes, ¡qué va! Como le digo, pues ellos nomás se ríen con nosotros, y pues claro, en palmearnos nosotros sentíamos…
LM: Se sentían bien.
AG: Alegría.
LM: Apoyo.
AG: Apoyo con ellos, de los meros buenos, pos que son los gringos. Nosotros somos malos, no crea, algunos, bueno, no todos, ¿verdad?, pero sí habemos cristianos malos aquí entre nosotros, más malos que allá en Estados Unidos.
LM: Sí, sí hay algunos.
AG: ¿Verdad?, oiga.
LM: Ajá.
AG: Sí, hay de todo, gente mala, orgullosos. Siendo de los mismos hermanos de nosotros, sí, malos, malos.
LM: Oiga, don Agustín y, ¿qué días trabajaban?
AG: Pues nomás nos daban el puro domingo para el manda[d]o. El sábado nos llevaban, me acuerdo yo como al medio día, sí.
LM: ¿Les pagaban en cheque o les pagaban en efectivo?
AG: En efectivo, en efectivo, sí. Nos daban dólares, sí.
LM: ¿Sumaban todas las pesadas o cómo?
AG: Sí, ándele, sí. Iba usted con su bolsa y se la pesaban y ya le daban lo que pesaba más o menos. En la tarde, en la tarde, usted trabajaba todo desde temprano, todo el día, todo el día y el señor estaba checando ahí, ya le daban sus pesadas en la tarde.
LM: ¿Usted también anotaba?
AG: Sí, también, sí. Y ya lo que salía, pos no me acuerdo bien si nos pagaban todos los días o cada ocho días, los sábados. Pero más bien los sábados yo creo, sí.
LM: Y ¿qué hacían con el dinero?
AG: Pos no, pues a veces lo manda uno, poquito pa acá y su comidita. Y ya cuando va uno cerca, pues guarda para venirse pa traer algo, no crea que hacíanos gran cosa, no.
LM: ¿Por qué?, ¿era muy poco el tiempo o por qué?
AG: Sí, porque era poquito lo que nos llevaban. Muchos se quedaban, oiga.
LM: ¿Sí?
AG: Sí, como a mí me tocó quién sabe si a usted le tocaría conocer a un Pedrito Rojas, eran de aquí de Durango ellos, pero tenían sus tierras y todo eso de ahí de Guadalupe Victoria. Más o menos en el… Cuando fuimos, porque él también fue allá. Él fue con nosotros, taba más o menos de su edad. Ey, más o menos.
LM: Mire.
AG: Y ahorita está en Guadalajara.
LM: En Guadalajara.
AG: Pero él se quedó, él me decía, me decía Pedrito: “Quédese Tin”. Muy buen amigo, no agraviando.
LM: Gracias.
AG: Este: “Quédese, al cabo no crea que es trabajoso”. Porque yo sabía trabajar en el tractor ya, en el tractor, desvarar y todo eso. “Fíjese, nos quedamos a trabajar en eso”. “No, Pedrito, yo ya me voy”. Y él se quedó allá. Y duraban más tiempo, quizás ahí les arreglaban los patrones, ¿verdad?, para que se quedaran, pero nosotros nos veníamos porque no se aguantaba el frío, oiga y un aire y frío de a bola. “No, no”, dice, “a ver cómo le hacemos”, me decía Pedrito, él quería que me quedara de compañero con él.
LM: ¿Los mismos patrones les decían?, o, ¿cómo le hacían?
AG: Pues uno les decía: “Yo quero [quiero] quedarme”, ¿verdad? Y es, pues agarran más confianza y a veces hasta por eso les arreglan, ¿verdad?, según la confianza que tenga usted con el patrón y que lo vean que es trabajador algunos hasta le arreglan sus papeles para…
LM: Así le arreglan.
AG: Ey.
LM: ¿Alguna vez se quedó usted?
AG: No.
LM: Después de su contrato.
AG: No, no, pues nomás esa vez me hacía la lucha él, de que nos quedáranos después del contrato. No, pues no, no quise, no quise, no quise.
LM: ¿Y se vino de…?
AG: Sí, pues se viene uno [a] navegar aquí también, a sufrirle a, en lo que hay.
LM: Cuando se regresaba, ¿en qué trabajaba?
AG: Pues, a veces de ayudante de albañil, a hacer mezcla, a veces de ayudante en los camiones y pos puras cosas que, pos onde lo ocupan a uno, oiga.
LM: Y después, ¿se volvió a ir otra vez?
AG: Sí, se iba uno, pues no lo trataban bien, pero seguía uno, le gustaba ver los centavitos, de todos modos es un centavos más allá lejos, sí.
LM: De cualquier manera…
AG: Sí, de cualquier manera. Como sea le va mejor a la gente que aquí, pues ya ve aquí se gana uno, como yo ahorita, ya si me pusiera a trabajar o que me ponga a trabajar de velador, me quieren pagar hasta $300 pesos, $400.
LM: A la semana.
AG: A la semana, fíjese. Bueno, como ahorita yo y la señora ya estamos solos, ya aquí ya como quien dice nomás estamos cuidando a nostros hijos, porque tenemos dos allá en el otro lado, allá están.
LM: ¿Dónde están sus hijos?
AG: Ya tienen tiempo.
LM: ¿En dónde?
AG: Uno está en Los Ángeles y otros están allá en este, ¿cómo se llama?, onde nieva mucho, oiga.
LM: Chicago.
AG: Dice que nieva muchísimo por allá.
LM: Sí, pues yo creo por allá. Muy bien, ¿en qué año se casó usted, don Agustín?
AG: En el, ahora verá, pues me casé chico, porque esta es la segunda mujer. (risas) Y yo me casé como de quince años, oiga.
LM: Oiga, muy joven.
AG: ¿En qué año sería?
LM: Pues si nació el [19]28, ¿como el [19]43?
AG: Sí, más o menos. Y eso a la fuerza, nos casamos oiga, a fuerza.
LM: ¿Por qué?
AG: Es que, nos decían, por este, ¿cómo le quero explicar yo la cosa esa?, éramos estos, teníanos que marchar. ¿Cómo les dice?
LM: El servicio militar.
AG: Ándele. Entonces nos decían, nos decían que iba a haber una bola negra y una blanca, que al que le tocara la negra se iba a ir a acá, quién sabe a dónde se los llevaron para allá al…
LM: Al cuartel.
AG: No, no, no, no, a las islas.
LM: A las islas.
AG: A las Islas Marías.
LM: Válgame Dios.
AG: Y andábamos bien asustados, y decían que el que estuviera casado podía salvarse, oiga, pos nos soltamos chiquillos. (risas) “Ay, no, pues hay que buscarnos una novia, no tiene remedio”. To[da]vía ni la podíamos mantener, pero pues, por lo asustados que andábanos que nos iban a llevar pa las Islas. Y última hora no, oiga, hasta nos dieron nuestra cartillita y todo.
LM: Ni se los llevaron, pero usted ya se había casado.
AG: Sí, ya casado. (risas) Ey, no, no pues es una historia la de uno, oiga.
LM: Sí, cómo no.
AG: Sí.
LM: Y, ¿cuántos hijos tuvo?
AG: Pues son José, Teodoro, Guadalupe, Naty, cuatro, cinco, como cinco o seis.
LM: Como cinco.
AG: Ey.
LM: Cuando andaba de bracero, les mandaba dinero, ¿verdad?
AG: Sí, a la señora, sí, le mandaba dinerito.
LM: Y, ¿qué lo hacía volverse a ir?
AG: Pos es lo que le digo que anda uno ahí. No, nos fuimos varias veces, oiga, nomás que a veces tira uno las micas, los papeles que le dan. Pues yo lo único que conservé fue las dos miquitas estas.
LM: Ah, qué bien, ahorita me las enseña, sí, ahorita que acabemos.
AG: Sí, ándele.
LM: Muy bien, ¿siempre se contrató en Chihuahua?
AG: En Chihuahua.
LM: ¿Siempre entró por Chihuahua?
AG: Por Chihuahua. Pero onde nos contrataban ya para entrar, pal trabajo era adentro de Ciudad Juárez, al otro lado.
LM: En El Paso.
AG: Sí, al otro lado de…
LM: Y, ¿siempre había que hacer los mismos exámenes?
AG: Todo, oiga, todo lo que nos hacían.
LM: Ya se acostumbraba después.
AG: Pos sí, ya sabía uno lo que tenían que hacer. (risas)
LM: Ya vacilaban ahí con sus compañeros.
AG: Sí, no, no, pues ya después ya casi ni vergüenza le daba a uno. No, si lo malo es la primer vez que… Dice: “Pero cómo me voy a encuerar yo aquí, a quitarse la camisa, el pantalón y todo”. De a tiro, de a tiro, porque quería dejar uno sus calzoncitos, nombre pa abajo, vamos.
LM: ¿Hasta regañados?
AG: Y ahí vamos todo[s] en hilerita, oiga.
LM: No, no, está bien.
AG: Todos así en hilera, oiga. Ande, cientos de cristianos encuerados. No, una cosa que, la primer vez hasta va uno hasta temblando, oiga. Sí, asustado, sí, ¿qué nos van a hacer?, pues es que, ¿qué sabe uno?, oiga.
LM: No.
AG: Ya llega con las mujeres, ahí, los doctores, las doctoras serán y, ya: “Voltéate”. Y uno mismo a abrirse sus partes. Y: “Voltéate ahora al otro”. No, nomás viera. No, ha de ser una cosa.
LM: ¿A dónde lo mandaron en su segundo contrato, don Agustín?, ¿dónde le tocó?
AG: En Dell City.
LM: ¿Era en Texas o en…?
AG: Texas.
LM: Texas, también. Y al algodón también.
AG: También al algodón, puro navegar oiga.
LM: ¿Era más grande ese rancho, o era más pequeño?
AG: Dell City pues, más grandecito que acá.
LM: Que Pecos.
AG: Sí.
LM: ¿Ahí también se hacían de comer ustedes?
AG: También sí, nosotros mismos hacíanos nuestra comidita allá. Sí le digo, los sábados, nos llevaban a veces los sábados en la tarde, nos llevaban a que trajéranos nostra mercanciita, lo que comprábanos, lo que traíanos en autobuses nos llevaban y nos traiban [traían]. Muy bien, muy bien, que nos, ahí lo que le digo, ahí dentro era otra, otro tiro, otra clase. “Ándele, vengan pa que se traigan su mandadito”. Nos esperaban hasta que el último compraba ya su mandado.
LM: ¿Les gustaba ir al pueblo?
AG: Sí, cómo no, pues estaba bonito ahí, en las tiendas y todo. Ahí ya compraba uno lo que le hacía falta, su camisita o su pantalón. Pues muy bien, muy bien.
LM: ¿Cómo se portaban los americanos de ahí del pueblo?
AG: Pues más o menos bien. Le digo que, porque hay también como en, ahí en Pecos, pues había también mexicanos, y le digo que, pos son los que nos vieron más feo que los gringos, sí. Sí, más pues, más nos las tanteábamos que no, no nos vían como los gringos. La gente, bien, muy bien, había gente así americana que hasta nos envitaban [invitaban] así a alguna creencia de los que ellos tienen, iban y nos llevaban así los domingos, sí.
LM: Los llevaban a los cultos.
AG: Ándele, sí. Sí, pues si íbanos nosotros, ¿pos qué?
LM: ¿Cómo eran o qué?
AG: Pues puras mujeres gringas, gringos y revueltos, mexicanos también.
LM: ¿Les daban de comer?
AG: Sí, y pos nos abrían las capillas, quién sabe qué serían, sí, como capillas.
LM: ¿Qué es lo que le gustaba de los pueblos de allá?
AG: No, no, pues el… Muy distintos a los de aquí, oiga, sí. Muchas cosas, muy bonitos pues a comparación de aquí.
LM: ¿Se metían a veces a algún restaurante, alguna cantina por ahí?
AG: Sí, pues, a los restaurantes. No cantinas hasta eso, pues lleva uno miedo de todos modos pos que le den un golpe o, ya ve que no falta. No, a restaurantes a comernos algún refresquito así, ey, muy distinto, muy bien. Y en las tiendas, a comprar nuestros…
LM: ¿Algunos hablaban español, de los gringos?
AG: Sí, había gringos que sí hablaban así español. Y ya es, nos decía así palabras a…
LM: A las señas.
AG: Mucho, mucho trabajo, trabajando nos decían las señas, andamos trabajando, qué bien.
LM: Mire qué bien. ¿Alguna ocasión le tocó ver algún cónsul mexicano que los fuera a visitar allá al campo?
AG: No, oiga no, no me acuerdo. No, no me acuerdo, a lo mejor sí iban gente así, pero no, no. Es que no, no pone uno cuidado, ¿verdad?, si alguna cosa.
LM: ¿Ustedes andaban muy ocupados? ¿La Migración no llegó a ir allá a los ranchos?
AG: No, La Migra no, nada, nada. No, pues como íbanos contratados, ¿verdá? No, pues yo creo que ni se arriman así. Yendo uno contratado pues, porque lleva uno su, ¿será mica, o qué es, sí verdad?
LM: Sí, sus documentos.
AG: El documento, y bien, no, no crea que no, nos trataron mal, no. Que nos trataron mal, o que viéramos alguna cosa, no, nada de eso.
LM: Su tercer contrato, ¿dónde fue? ¿Su tercer contrato?
AG: Pos yo digo ahí mismo fue.
LM: Ahí mismo.
AG: Sí.
LM: ¿Siempre trabajó en el algodón?
AG: Sí, en el algodón y de veces nos tocaba así piscar naranja también. Según, desahijar.
LM: ¿Qué desahijaban?
AG: Pues sí, lo que había en el limón también, a piscar limón, así varias cosas que le ponen a uno.
LM: ¿A California nunca fue?
AG: No, no, no. Mi hermano sí le tocó ir a California. No, yo todo para acá, pa este lado. Pues se acostumbra uno, se acostumbra uno.
LM: ¿Cómo se llevaban entre los mismos mexicanos, los braceros?
AG: Pues más o menos, oiga. Pues este, pero a gusto, contentos, teníamos que cuidarnos unos con otros y vernos, nos la llevábamos más o menos. Bueno, porque claro, digo yo, si había unos cincuenta braceros en una barraca, eran conocidos, ¿vedá? Nos empezábamos a conocer, amigos y todo. A mí me tocó estar con unos señores de aquí de Guillermo Prieto, está de aquel lado de con los menones, ¿cómo se llama?
LM: Nuevo Ideal.
AG: Nuevo Ideal, ándele. Y ya me tocó, muy gentes los señores de ahí, hasta nos tocó que se nos murió un compañero de los que…
LM: ¿Sí?, oiga…
AG: Que estábamos en la barraca. Cayó el pobrecito, piscando, ¿verdad? Ahí en el field y se nos murió. Muy buena gente, muy buena persona.
LM: ¿Cómo fue, de repente?
AG: De repente. Sería el sol o le pegaría algo, ya cuando [nos] acordamos, ya estaba… No, pues nos asustamos todos, ahí estábamos, nos juntamos todos, ya nos llevaron. Pues lo mandaron pa acá.
LM: Lo mandaron.
AG: Sí, lo mandaron pa acá, aquí a Guillermo Prieto. Fue lo único que me, sentíamos tristeza nosotros que nos fuera a pasar lo mismo, ahí.
LM: ¿Lo velaron ahí tantito o algo?
AG: Pues nomás nos dejaron en cuanto ya lo recogió La Migra, qué será, los meros jefes de allá.
LM: De ahí del rancho.
AG: Los del rancho y ya los mandaron, nomás un rato, sí, y: “Váyanse a trabajar”.
LM: Ahí el trabajo seguía.
AG: Sí, pues nosotros teníamos que regresarnos al field.
LM: Y, ¿les dijeron después de qué se había muerto, les dieron alguna explicación?
AG: Pues a los familiares, oiga. A los familiares de él yo creo que sí.
LM: Claro.
AG: Porque eran como uno[s] tres o cuatro hermanos.
LM: ¿Sabe usted si, si les dieron algún dinero, alguna pensión?
AG: No, ¿pa qué voa [voy a] decirle?, ¿pa qué echa uno mentiras de que no nos dimos cuenta?, a lo mejor sí les dieron. Bueno, digo yo que a lo mejor sí, a lo mejor no.
LM: Pues esperemos que sí, así es. Oiga, don Agustín, y, ¿cuáles eran las quejas?, ¿habían algunas quejas entre los compañeros?
AG: Pos no, mientras yo anduve viera que no.
LM: ¿No?
AG: No, no que se quejaran así de algo así mal, es lo que le digo, ¿verdá? Es lo que le digo que, claro, si yo hubiera visto algo que golpearan o trataran mal algún de los de nosotros, no, no, no había queja, no había. Bueno, pero en lo que yo me tocó andar y ver, no. No porque, es lo que le digo, es que allí trabajaba uno lo que podía, pero uno mismo se exigía, no tenían para qué golpearlos, digo yo. No, por eso son las quejas que a veces dice uno: “Oiga, pues me tratan mal”. Pues si nomás esa, esa cosa que cuando va uno aquí en el camino que pues siente uno triste, que lo encueren y la sangre que le sacan, porque sí, ya le digo, de a bola sangre. No, pobrecitos, caiban [caían] de ancho, los que no aguantaban.
LM: ¿Se desmayaban?
AG: Se desmayaban y aventar espuma y ande. Sí, no, y uno nomás pensando, otros todos en hilerita, ya es lo último que le hacen a uno oiga, ya la sangre, ya de ahí sale usted a que lo contratan y vámonos.
LM: A firmar el contrato. ¿Le explicaron a usted su contrato? Cuando lo firmó, ¿le dijeron: “Vas a ganar tanto”?
AG: No, viera que no, no nos dijeron nada. Nomás nos contrataban y vamos: “Necesito veinte o treinta o cincuenta”. Y nos echaban en las, de ahí sí ya nos echan en, ¿cómo se llama?
LM: En autobuses.
AG: No, no.
LM: Trailas [trailers].
AG: Trailas, en trailas.
LM: También.
AG: Ey, trailas, pero limpias. Limpias ya, es lo que le digo, ya adentro, ya es otro, ya, ya no hay, no, no, sí ahí de Ciudad Juárez pa acá es onde está la, aquí con nosotros una cosa horrible. No, no allá, limpiecitas las trailas, limpias, ya nos llevaban porque pues se llena, oiga, ahí se llena de gente de bola, los surcos muy largos de algodón.
LM: ¿Estaban muy largos?
AG: Sí.
LM: Platíqueme, platíqueme un día de trabajo normal desde que se levantaba hasta que se acostaba.
AG: No, pues a veces se levantaba uno, pues yo tanteo que llegaban de esas veces que, como a las cinco de la mañana. A esas horas llegaba la traila pitando. Si tantito se quedaba usted dormido, ahí se quedaba, no trabajaba, ahí lo dejaban y vámonos a trabajar. Empezábamos, nomás llegaba la traila a la orilla del field de la labor del algodón y pa abajo todos y luego luego, a colgar su bolsita del lonche, y a bajarsele de su saca.
LM: La saca. ¿Dónde se la colgaban?
AG: Y vámonos. Era jalarle, llegaba a medio día, ya se comía su comidita, su refresquito que llevaba y a jalarle, a jalarle. De todos modos no crea que, allá no había descanso, que se fuera usted a una sombrita o algo, no, no, no, no, todo el día a jalarle. Allá en la tarde ya cuando ordenaba el patrón, ¿vedá? El que mandaba allí la gente: “Ya muchachos, ya vámonos, ya”. Empezaban a arrimarse, media saca, la saca entera, o poquito o mucho y ya era lo último. Ya hasta como a las seis, oiga, de las cinco a las seis, ya tarde, todo el día.
LM: Doce, trece horas.
AG: Jalarle duro, duro, y ya le digo, nos llevaban.
LM: Y luego llegaban y…
AG: Bueno, llegaba uno cansadote, oiga. Y lavarnos las manos, a hacer pues la tortilla de harina, a amasar la harinita y hacer la tortilla. Bueno, si yo y usted [es]tábamos de compañeros dos, tres, a uno le tocaba guisar la comida, al otro hacer las tortillas y así, así a gusto, a gusto. Cada quien hacíanos nostra [nuestra] comidita y muchos no. Llegamos bien cansados y casi ni cenaban, ni almorzaban, si no hacían su lonche. (risas)
LM: Pues no aguantaban. Y, ¿qué platicaban antes de acostarse?
AG: No, no, pues a veces, oiga, a veces ni le alcanzaba a uno, pues sí, platicar ahí mientras usted guisaba las papitas, la carnita si llevaba, los frijolitos, ya se ponía uno a platicar de: “¿Cómo se tanteó ora?. ¿Viene cansa[d]o?”. O alguna cosa así. No, pues cómo no va a venir uno cansado, pues si está duro el trabajo. (risas) Y ahora, ¿qué hacemos?, lavarse uno sus manitas luego luego para hacer la…
LM: Llegar a cocinar, ¿era duro cocinar?
AG: Sí, duro, durísimo, duro. Poner el cafecito y pues sí en la tarde café, cafecito y ya nos poníanos en nuestra mesita. Órale, vamos a cenar, de aquí a un rato hacemos el lonche, era lo que decía uno.
LM: Claro. ¿Salían a veces a fuera ahí a platicar con los demás o qué?
AG: Pos se arrimaban los demás ahí: “¿Cómo andan muchachos?”. “Pues más o menos ahí cansadones”. Y: “¿Cómo les ha ido?, ¿cómo se sienten?”. “Pues ahí más o menos”. Y otros no, me fijaba yo porque sí hay de todo. Cenaban y se ponían que a jugar a los dados, baraja, o que a ganarse ahí unos con otros sus centavos, sí.
LM: Y habían unos que perdían, yo creo.
AG: Que perdían, oiga. Y así trabajando, no, no, no, no hay gente así viciosa, gente viciosa que le gusta la baraja, los dados. No sé qué tanto les oía yo ahí que jugaban en las mesas, mantenían sus mesitas ahí.
LM: Oiga, don Agustín y, ¿y de novias?
AG: No, pues eso, pos sí llegaban ahí de novias, pero no, no, pos muy mal, muy feo, (risas) muy mal, muy mal. Pa pues una pa cincuenta, no, pa qué oiga, no. Necesitaba estar muy deseoso el cristiano. (risas) Pues póngale que sí aguante uno, pero pos de todos modos los contratos sí los aguanta uno allá, hay veces que se los avienta usted sin, ¿verdá? Como así, pa qué, cuánto y más allá, no, no. Sí, de eso sí, llegaban las novias.
LM: Y, ¿eran americanas?
AG: Pues americanas y negras, cuarteronas, sí.
LM: Bien.
AG: En sus carros, sí.
LM: En sus carros.
AG: Sí, pero no, yo pa qué, no es que se asuste uno, a mí no me gustó eso. No, porque va y agarra cola la gente. Veinte, treinta, el humor fíjese, feo y así es pa allá, mucha gente pues sí, sí lo hacen, sí.
LM: De los lugares donde estuvo, ¿cuál fue el que le gustó más?
AG: Pos va uno de distintas partes, ¿vedá? Es bonito, es bonito. Donde quiera que sea allá tratando de meterse uno pa dentro de Estados Unidos. Pero claro, son chiquitos, pueblos chicos, ¿verdad? Bonito como en vez, una cosa grande, Chicago y todo eso, pos muy bonito.
LM: Claro.
AG: Ey, no pos sí, de todos modos a mí me gustaron las partes esas, pos sí anduvimos a gusto en las partes que anduve, gracias a Dios.
LM: ¿Alguna vez le tocó estar allá para un 16 de Septiembre?
AG: No, viera que no.
LM: ¿O para Navidad?
AG: Pos nos veníanos, eh, fíjese. ¿En qué tiempo nos iríanos? Nos veníanos siempre para tantito antes del día 12 de diciembre.
LM: ¿Siempre se venían para esa fecha?
AG: Porque me acuerdo yo que llegábanos, y a los cuantos días ya, hacían aquí la fiesta ahí en la explanada.
LM: Ajá, de la Virgen.
AG: De la Virgen.
LM: O sea que pasaba Navidad aquí con la familia.
AG: Sí, ándele. Sí, para ese tiempo nos veníanos, porque decía toda la gente y sí sabía pero mucho frío, oiga, unos airones.
LM: Hacía frío.
AG: Ande.
LM: Y eso que usted es de la sierra, está acostumbrado al frío.
AG: Ey, al frío, pero no, allá está… No puede usted piscar.
LM: Y, ¿los patrones les daban chamarras o guantes o algo?
AG: No, no, nada, allí se ponía usted lo que compraba, sí compraba su chamarrita o lo que llevara.
LM: Y si no…
AG: No, no, no, nada de eso, nada. Bueno, quen sabe ya, como le digo, después, ¿vedad?, de que nos tocaba cumplir el contrato, que nos, que se quisiera quedar uno, a lo mejor sí le daban pa los tractores, ¿verdad?, chamarras. Que se cubriera del frío.
LM: Las barracas, ¿tenían calefacción?
AG: Sí, tenían pues todo.
LM: Calentones.
AG: Sí, calentones.
LM: ¿Ventiladores?
AG: Pa hacer, las estufas.
LM: Estufas.
AG: Estufas, estufas, sí.
LM: Oiga, don Agustín, y, ¿le tocó estar allá para algún cumpleaños suyo o de algún compañero?
AG: No, no viera que no.
LM: ¿No celebraban los cumpleaños?
AG: Pues, sí se podía, pero a veces hasta se le pasaba a uno, ni sabía uno si cumplió años. No, por andar en el trabajito y pues no, de todos modos viviendo uno así, pues va uno muy humilde, pues nomás trabajar. Sí hay gente que le gusta así como no le digo de baraja y jugar y tomar, que se van a las cantinas. No, nosotros gracias a Dios que no, no, no. Pues lo poquito que gana uno, pues guardarlo pa ver qué, es el modo que hace, y otros no, a las cantinas, vámonos.
LM: A echar.
AG: Ey, y orilla a uno. Sí ha de haber habido gente que hasta peleó y lo echaron al bote allá y todo.
LM: ¿Nunca se enteró usted de algo de eso?
AG: No, no.
LM: ¿Qué se hayan peleado algunos por allá?
AG: No, no, no, no supimos nosotros de eso, los de nosotros no. Pero pos sí tanteo yo que, porque sí hay gente ladina oiga, de la de nosotros, landinicima, que se iba a las cantinas allá con las muchachas a bailar.
LM: Don Agustín, cuando se regresó a México, que ya no pensó en irse otra vez para allá, ¿en qué trabajó aquí?
AG: Como le digo, pues a veces lo ocupan a uno ahí, como aquí. Bueno, mientras hubo trabajo en la sierra, lo hacíanos, lo hacíanos. Hacer cuártaseles(??), hacer limpia pues de cuártaseles. Hacer aprovechamientos, aprovechamiento. Con motosierra, con lo que pueda uno, ¿vedad? Y a veces pues se viene como aquí, y pues ya busca uno el trabajito, ahí lo ocupan ahí de peón, o de lo que sea, de hacer la mezcla, arrimar el ladrillito al maestro. Y así se la lleva uno, no crea que…
LM: ¿No le daban ganas a veces de regresar a Estados Unidos?
AG: Pos bueno, mire, como de mojado, no, no, no me gustó, de mojado no, no, ni lo mande Dios. No pensaba yo, no pues, a la mejor se muere uno por ahí, nunca es igual a contratado a mojado, no, pues piensa uno mucho y ya se le baja uno de no ir.
LM: ¿Qué extrañaba de por allá?
AG: Pues no crea, sí extraña uno el dinero que gana uno más, sí. Gana uno más dinerito, sí, y come mejor.
LM: Y se come mejor.
AG: Que aquí, sí.
LM: Más bien.
AG: Se come mejor. Es que se le figura que con el dinero que gana uno allá compra más y compra mejor, pero no, es la misma, es la misma. (risas) ¿Verdad que es la misma? Ey, es la misma. Y no, nosotros nos, comíamos reagusto y nos llevábanos bastante que comer, queso, salchichas y blanquillos y todo eso. Tortillas hechas de harina también había, pero nosotros las hacíanos. Yo llevaba un compañero y mi hermano también sabe hacerlas muy bien, las tortillas de harina.
LM: ¿Allá se enseñaron?
AG: No señor, aquí, desde aquí, de lo que navega uno ahí en la sierra a veces. Como ahí donde le digo que empezamos a trabajar nosotros de achieros, de sardineros, de todo eso, tienen que llevar uno su harinita para hacer todo. De que tortillas de harina, todo eso así.
LM: Todo.
AG: Cuece uno sus frijolitos y sus patole y todo eso.
LM: Uno que otro conejo por ahí.
AG: Ándele el que sale el conejo y venados.
LM: Venados.
AG: Venados, sí más antes ya vería pues cargaba el riflito uno y no había tanta vigilancia como… No, ahora Dios lo libre que lo lleguen a agarrar a uno con alguna cosita de esas y antes no, cargaba usted su riflitos 22 y mataba el venadito y se lo comía el, el cócono y todo eso, sí.
LM: Cócono, ¿había cócono salvaje?
AG: Sí, y hay muchísimos así. Aquí cerca, yo los v[e]ía porque como le digo, trabaja uno a veces en las trocas, ¿verdad?, se veían las parvadas de cóconos.
LM: Mire.
AG: Sí, no, es bonita la sierra también, es bonita.
LM: Sí, cómo no.
AG: Peor donde hay animalitos.
LM: Así es, muy bien, pues, cuénteme, don Agustín, ¿qué siente usted cuando oye hablar de los braceros?
AG: Bueno, pues más o menos, este, como, pues bueno, por un lado tristeza de lo que hicieron con nosotros y por otro lado, pues gusto, que se siente uno a gusto.
LM: Son encontrados los…
AG: Sí, las cosas que…
LM: Así es.
AG: Los pensamientos de, que se acuerda uno, cómo le jue, cómo lo trataron.
LM: ¿Se siente usted orgulloso de haber sido bracero?
AG: Sí, bueno, pues de trabajar de todos modos el saber trabajar en, no nomás aquí sino allá en Estados Unidos también, ir a trabajar, a prestar uno su trabajo allá como quera que sea. Porque pos de todos modos es una cosa güena [buena] para uno, ¿verdad? Bueno, la gente que piensa bien, ¿verdad? Sí, bueno, esos fueron a prestar sus trabajos allá a trabajar a sufrir o a gozar como quera que sea, pero ellos anduvieron trabajando allá, no nomás aquí.
LM: ¿Adquirió usted experiencia en la vida con ese viaje?
AG: Sí, cómo no, sí, cómo no, sí.
LM: ¿Siente usted que el haber sido bracero cambió su vida de alguna forma?
AG: Pues a lo mejor sí, oiga, a lo mejor sí, cómo no. Porque, pues sabe uno muchas cosas allá, y ve y de distintos trabajos de todo lo que tienen allá esdistinto a aquí, ya ve aquí muy poco trabajo. Pos puro trabajo tremendo, pues allá también, el algodón era el más duro, oiga.
LM: El algodón.
AG: El algodón, lo más, lo más duro. Y aquí pues, como le digo, allá, cualquier gente, cualquier gente… Bueno, no, no todos, pero el que trabaja allá de todos modos aprendieron a trabajar aquí. Y aquí no viene a trabajar ni un cuarto, yo creo que de lo que gana usted allá en Estados Unidos. Como quera que sea, allá es muy distinto. Y sí tiene que acordarse uno, cómo no, de… Me, volver otra vez a mi juventud, pues yo me iba otra vez pal norte, sí, que hubiera contratos. Fíjese que todavía me animaba yo, si hubiera contratos, con todo lo que nos pasó.
LM: Todavía.
AG: Todavía me animaría a ir a trabajar allá.
LM: ¿Le gustaría que hubieran más contratos?
AG: Pues bueno a lo mejor sí y todavía me animaría yo, oiga, a trabajar, a hacer lo que yo pudiera pues allá.
LM: ¿Siente usted que fue bueno ese programa, que sí ayudó al mexicano?
AG: Pues sí, cómo no, porque mucha gente se ha ayudado y se ayuda todavía, fíjese. Como quera que sea, a muchos pobrecitos les va mal, pero a muchos les ha ido muy bien, bien.
LM: Claro.
AG: Que ha cambiado su vida de ellos, de pobres a, pues algunos que sí, conservan bien su dinero, lo cuidan y tienen, se hacen vivir. Con una o dos vueltas que den pa allá, hay gente que se levanta muchísimo, ¿vedá?
LM: Claro.
AG: Fíjese.
LM: Muy bien, muy bien, don Agustín. Pues quiero darle las gracias por haber compartido con nosotros sus experiencias.
AG: No, pues igual, yo igualmente de qué, debe de tener uno, este, pos amistades, que es lo principal, hombre.
LM: Claro.
AG: No, pues aquí tiene su casa, para ahora ya supo aquí con nosotros, ya, (risas) ya lo que se ofrezca ahí.
LM: No, muchas gracias.
AG: Estamos a sus órdenes.
LM: Igualmente, estamos a sus órdenes.
AG: Qué bueno.
LM: Con esto vamos a dar por terminada la entrevista. Muchas gracias, a nombre del Instituto de Historia Oral y en lo personal le doy las gracias por habernos recibido.
AG: Ándele igualmente.
Fin de la entrevista
Interviewer
Martínez, Laureano
Interviewee
González Flores, Agustín
Location
Durango, Durango, México
File Name Identifier
Gonzales_Flores_DGO014
Citation
Martínez, Laureano and González Flores, Agustín, “Agustín González Flores,” Bracero History Archive, accessed November 28, 2024, https://braceroarchive.org./items/show/185.